marzo 12, 2008
A: AMADO NERVO
A AMADO NERVO
En su viaje...
ALFONSINA STORNI
A AMADO NERVO
En su viaje...
¡Ah!, ¿lo queríais, musas para vosotras solas?...
Ya lo tenéis... Buscadle las pobres manos muertas,
y los ojos sin vida, y los labios exangües.
Ya lo tenéis, volubles; convertíos en siervas.
¿Qué? ¿Le habéis puesto al flanco, como las golondrinas,
dos alas inmortales? ¿Qué decís de riberas?
Sonreís esta noche alocadas y dulces...
Tenéis las manos finas; me parecéis de fiesta.
Repetid... ¿Conocéis a los hombres, oh musas?
¿Conocéis a los hombres? ¿Los conocéis de veras?
¿Os apenaba verlo con el alma-suspiro
por los bosques obscuros entre espinas y flechas?
¿Os apenaba verlo caminar descuidado
con el alma a los vientos bajo la noche negra?
¿Quién os ha dicho, musas, que los hombres son malos?
¿Quién os ha dicho, musas, que asaltan como fieras?
¿Le habéis dado una cama toda en oro, muchachas?
¿su sueño estáis velando? ¿Qué sus labios desean?
Escuchad, por favor, escuchad lo que dice...
¿Ha nombrado a los hombres? ¿Ha nombrado la tierra?
Dadle, musas, en copas de licores selectos... el licor del olvido; arropadlo con sedas;
cantadle dulcemente como cuando era niño,
y besadle los ojos... Era un poeta...
¡Oh musas, bien os consta, ya que lo habéis robado,
cómo tenia el alma de inefable y de tierna!
¿Hay palomas azules en vuestro mundo, musas?
Acurrucadas, tibias, a sus plantas ponedlas.
Y hablad con el aliento, musas, que está cansado:
después de un viaje largo todo ruido molesta.
Tendeos como perros junto a su cama, musas,
y dejadlo tranquilo, y dejadlo que duerma.
SOY
Soy suave y triste si idolatro, y puedo
bajar el cielo hasta mi mano cuando
el alma de otro al alma mía enredo.
Plumón alguno no hallará más blando.
Ninguna como yo las manos besa,
ni se acurruca tanto en un ensueño,
ni cupo en otro cuerpo, así pequeño,
un alma humana de mayor terneza.
Muero sobre los ojos, si los siento
como pájaros vivos, un momento,
aletear bajo mis dedos blancos.
Sé la frase que encanta y que comprende,
y sé callar cuando la luna asciende
enorme y roja sobre los barrancos.
MIEDO
Aquí, sobre tu pecho, tengo miedo de todo;
estréchame en tus brazos como una golondrina
y dime la palabra, la palabra divina
que encuentre en mis oídos dulcísimo acomodo.
Háblame de amor, arrúllame, dame el mejor apodo,
besa mis pobres manos, acaricia la fina
mata de mis cabellos, y olvidaré, mezquina,
que soy, ¡oh cielo eterno!, sólo un poco de lodo.
¡Es tan mala la vida! ¡Andan sueltas las fieras!...
Oh, no he tenido nunca las bellas primaveras
que tienen las mujeres cuando todo lo ignoran.
En tus brazos, amado, quiero soñar en ellos,
mientras tus manos blancas suavizan mis cabellos,
mientras mis labios besan, mientras mis ojos lloran.
DOS PALABRAS
Esta noche al oído me has dicho dos palabras
comunes. Dos palabras cansadas
de ser dichas. Palabras
que de viejas son nuevas.
Dos palabras tan dulces, que la luna que andaba
filtrando entre las ramas
se detuvo en mi boca.
Tan dulces dos palabras
que una hormiga pasea por mi cuello y no intento
moverme para echarla.
Tan dulces dos palabras
que digo, sin quererlo: ¡Oh, qué bella la vida!
Tan dulces y tan mansas
que aceites olorosos sobre el cuerpo derraman.
Tan dulces y tan bellas
que nerviosos mis dedos
se mueven hacia el cielo imitando tijeras.
Oh, mis dedos quisieran
cortar estrellas.
DULCE TORTURA
Polvo de oro en tus manos fue mi melancolía;
sobre tus manos largas desparramé mi vida;
mis dulzuras quedaron a tus manos prendidas;
ahora soy un ánfora, de perfume vacia.
Cuánta dulce tortura quietamente sufrida,
cuando, picada el alma de tristeza sombría,
sabedora de engaños, me pasaba los días
besando las dos manos que me ajaban la vida.
DUERME TRANQUILO
Dijiste la palabra que enamora
a mis oidos. Y olvidaste. Bueno.
Duerme tranquilo. Debe estar sereno
y hermoso el rostro tuyo a toda hora.
Cuando encanta la boca seductora
debe ser fresca, su decir ameno;
para tu oficio de amador, no es bueno
el rostro ardido del que mucho llora.
Te reclaman destinos más gloriosos
que el de llevar, entre los secos pozos
de las ojeras, la mirada en duelo.
Cubre de bellas víctimas el suelo!
Más daño hizo al mundo la espada fatua
de algún bárbaro rey. Y tiene estatua.
UN SOL
Mi corazón es como un dios sin lengua,
mudo se está a la espera del milagro,
he amado mucho, todo amor fue magro,
que todo amor lo conocí con mengua.
He amado hasta llorar, hasta morirme,
amé hasta odiar, amé hasta la locura,
pero yo espero algún amor-natura
capaz de renovarme y redimirme.
Amor que fructifique mi desierto
y me haga brotar ramas sensitivas,
soy una selva de raíces vivas,
sólo el follaje suele estarse muerto.
¿En dónde está quien mi deseo alienta?
¿Me empobreció a sus ojos el ramaje?
Vulgar estorbo, pálido follaje
distinto al tronco fiel que lo alimenta.
¿En dónde está el espíritu sombrío
de cuya opacidad brote la llama?
Ah, si mis mundos con su amor inflama
yo seré incontenible como un río.
¿En dónde está el que con su amor me envuelva?
Ha de traer su gran verdad sabida...
Hielo y más hielo recogí en la vida:
Yo necesito un sol que me disuelva.
QUEJA
Señor, Señor, hace ya tiempo, un día
soñé un amor como jamás pudiera
soñarlo nadie, algún amor que fuera
la vida toda, la poesía.
Y pasaba el invierno y no venía,
y pasaba también la primavera,
y el verano de nuevo persistía,
y el otoño me hallaba con mi espera
Señor, Señor, mi espalda está desnuda:
haz restallar allí, con mano ruda
el látigo que sangra a los perversos.
Qué está la tarde ya sobre mi vida,
y a esta pasión ardiente y desmedida
la he perdido, Señor, haciendo versos.
TU, QUE NUNCA SERAS
Sábado fue, y capricho el beso dado,
capricho de varón, audaz y fino,
mas fue dulce el capricho masculino
a este mi corazón, lobezno alado
No es que crea, no creo, si inclinado
sobre mis manos te sentí divino,
y me embriagué. Comprendo que este vino
no es para mí, más juego y rueda el dado.
Yo soy la mujer que vive alerta,
tú el tremendo varón que se despierta
y es un torrente que se ensancha en río,
y más se encrespa mientras corre y poda.
Ah, me resisto, más me tienes toda,
Tú, que nunca serás del todo mío.
FRASE
Fuera de ley, mi corazón
a saltos va en su desazón.
Ya muerde acá, sucumbe allí,
cazando allá, cazando aquí.
Donde lo intente yo dejar
mi corazón no se ha de estar.
Donde lo deba yo poner
mi corazón no ha de querer.
Cuando le diga yo que sí,
dirá que no, contrario a mí.
Bravo león, mi corazón
tiene apetitos, no razón.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario