septiembre 15, 2019

KM 53


KM 53

Entre todos los caminos preciosos que la poesía me ha dado, el poder transformar el dolor en letras ha sido mi mayor regalo. Hoy despido mi kilómetro 52 con el enorme vacío que deja la partida de una amiga, he aprendido que lo único seguro en esta vida es la muerte.
Me despido de un año que aún con sus dolores y tristezas me ha regalado momentos maravillosos, la compañía amorosa de mi familia, el abrazo sincero de mis amigos a quienes cuido como el mejor de mis tesoros, en mi lista personal de deseos tengo pueblos y ciudades nuevas que este año conquisté, y vibra en mí, el enorme deseo de seguir caminando al borde de mi mundo, conquistado mochila al hombro aquellas tierras lejanas por las que quizás alguna vez ya pasé. Me despido agradecida de un kilómetro más, y recibo mi nuevo año con paz y tranquilidad, descansando y con la seguridad de saber que de tanto perder aprendí a ganar. 

El valor y la fuerza de los 53
Años vibrantes,
sin importar
donde se deja
descansar el corazón,
la vida suspendida
en hilos de luz
tejiendo amores
que abriguen el alma.
Septiembre siempre llega
con la certeza del amor,
y por agreste que este sea,
llega a tiempo con la lluvia
para reunir fragmentos
y devolverme
el valor y la fuerza
para celebrar la vida.

©2019. Mayela Bou.




septiembre 01, 2019

Patricia Méndez Abularach



Nuestra última copa de vino fue aquella tarde del 16 de agosto, adelantando nuestros cumpleaños brindamos por la vida, "Feliz cumpleaños bicha" _me dijiste. Nuestros corazones sabían que ese brindis anunciaba la despedida. Era invierno y en el jardín reverdecido de tu casa esa tarde nos llovieron los recuerdo de la infancia, nos reímos, ambas cruzábamos nuestras miradas sabiendo que era la última vez que nos veríamos, cada minuto era un tesoro. Sin embargo, en aquel abrazo tan profundo y nuestro, ya en la puerta para despedirnos, hicimos cita para una próxima vez, yo iría a España a verte, o tú volverías a San Salvador a nuestra cita.
Ahora no sé adónde será, pero tú y yo nos volveremos a reencontrar, para reírnos de aquel primer encuentro en las filas del colegio, de la Coca Cola que compartimos juntando nuestros centavitos, de los Chévere con una uva tropical en el Hula Hula y de las carreras huyendo de la madre Changüita.
Buen viaje Paty querida, que tus padres te reciban con amor infinito y Dios te lleve a su eterna morada.
Te quiero bicha!

Y así fue como nos despedimos.