octubre 05, 2017

Las manos de mi madre.





De mi madre y su sublime profesión
aprendí el arte de la paciencia,
supe de la unión de las partes
retenidas por el hábito de la constancia.
Descubrí que las rutinas no siempre son malas,
ni los nudos dañinos.
Que del amor hay que cuidarse
como se cuida con un dedal,
sabiendo que sus punzadas son crueles
y profundas.
Que hilvanar no es lo mismo que sujetar y rematar,
siempre las cosas pueden cambiar.
Pero también aprendí que los cortes deben ser
respetados y definitivos,
porque una vez están hechos ya no hay marcha atrás.
Aprendí la magia de los colores, las caricias de las texturas,
el sabor amargo de las equivocaciones.
Aprendí a reconocer la belleza de un cuerpo desnudo,
que sus medidas son más que 60-90-60,
es el brillo de asombro en unos ojos
que reconocen el arte de unas manos prodigiosas,
las manos de mi madre.



 © 2016. Mayela Bou

septiembre 15, 2017

Kilómetro 51





Llegar al Kilómetro 51 ha sido interesante, reafirmar que la vida es solo un instante, un suspiro, un latido. Es aquello que deseamos ser y hacer, es la utopía que nace en los sueños nocturnos, en ese intervalo entre la vida y la muerte.
Estos maravilloso 365 días me han abrazado de manera dulce y mágica, han hecho liviano mi equipaje, agudizado mi intuición, han bendecido mis silencios y han llenado de luminosidad y perdón mis soledades. He comprendido que el ruido no me dice nada, que la aprobación de los demás solo es un reflejo de sus propias frustraciones, que no quiero ser el espejo de los errores de otros, he aprendido a elegir retirarme de todo aquello, sean lugares, personas, relaciones o situaciones que me hacen daño. Ya no me interesa adivinar el futuro, he decidido olvidar todo lo que cimienta lazos y dejar que las cosas sucedan, libres, frescas, sorpresivas, silenciosas o llenas de algarabía. Descubrí que los imposibles se esconden en los minutos, horas y días de espera. Todo llega. Pero también sé que todo pasa.

Ahora comprendo cuan sagrado puede ser pasar todo un domingo en pijama, leer, escribir, salir a caminar bajo la lluvia, abrazar a la niña que llevo dentro, reírme a carcajadas sin miedo a perder la elegancia, sostener mis convicciones y luchar por mis derechos, sentir-me, sentir que me estoy convirtiendo en ese lugar adónde siempre, siempre quiero estar.

Hace 51 años llegué, ahora sé que los próximos 50 serán aquellos en los que construya el camino de regreso a casa.

FELIZ CUMPLEAÑOS PARA MI!
BIENVENIDO SEA MI AÑO 51