septiembre 15, 2014

KM 48 HONRAR LA VIDA!



Me detengo un año más a observar el trayecto que día a día he caminado, me envuelve un dulce  silencio azul, como el de los mares adormecidos. Un año de encuentros conmigo misma, de horas infinitas frente al espejo, curando heridas que ya no saben más ha pecado. Sonriendo con la niña que tanto me ha cuidado. Amor, reflejo. Honrar la vida, más que vivirla, un aprendizaje que cambió mi rumbo, mi destino, mis días por venir
Los años han traído en las manecillas del reloj virtudes nuevas, esas que al final nos damos cuenta que hemos pagado con las facturas de las experiencias. Los acontecimientos me han enseñado a obtener la madurez de cada kilómetro conquistado, liberar los peajes y continuar sin deudas del pasado.
En mi nueva travesía, esta que comienzo ahora, busco horizontes nuevos, quiero caminar a la orilla del mar, subir montañas y conquistar los cielos. Hacer realidad mis sueños. Bailar y cantar. Reír hasta llorar. Dar y recibir. Viajar y llegar. Amar y ser amada. Leer y escribir. Prometer y cumplir. Soñar y despertar.  Vivir cada instante honrando la vida.
Km 48, aquí estoy, armada de esperanzas, feliz.  Te recibo con amor, me lleno de ti, de cada uno de tus segundos, deseo vivirte en paz y armonía, con amigos y familia,  te acepto con todos los retos y desafíos que el futuro nos imponga, alzo mi copa y bendigo la vida que me tiene un año más celebrando en esta parte del mundo, tierra de bonanzas,  junto a mis seres amados.



FELIZ CUMPLEAÑOS PARA MI!






julio 21, 2014

PACTO








Su antiguo reloj marcaba las horas noctámbulas…


Era una larga y álgida noche de invierno. En sus tersas y blancas manos, ahora llenas de arrugas, sostenía el sobre abierto y la carta que había recibido el día anterior; le arropaba ese chal de colores vivos que compró hace muchos años, caminando de la mano junto a su amante, en un viejo mercado de Nueva Delhi, por unas cuantas rupias.

Su mirada dulce recorría la habitación; no había tenido en años, más mundo que ese pequeño espacio, donde la vida se le apagaba en dosis frágiles y pequeñas. Sobre una de sus mesas de noche, se alzaba una columna de humo aromático que salía de una taza con té de hojas de naranjo, su bebida favorita. A la par, en un marco antiguo, la fotografía de la mujer amada. Y en la otra mesa, junto a una lámpara, habían torres de sobres con cartas, amarradas con lazas de color azul que combinaban a la perfección con el marrón del papel añejo.

Sus grandes ojos color ámbar transitaban minuciosamente las delicadas flores de ese viejo papel tapiz, donde éstas se repetían, una y otra vez, con dulce asimetría, a lo largo y ancho de la pared. En cada tallo y al borde de las hojas de las florecillas había escrito y guardado celosamente, con pequeñas letras, las frases de amor que fueron llegando a lo largo de los años. Esa era su pasión.

No recordaba cuántos años habían pasado desde aquella obligada despedida; no tenía idea de cómo se le escurrió la vida, en ese lugar, en donde los días se reproducían como una fiel copia de los anteriores. Guardaba los años en el cajón de la tristeza, llorando por el amor secreto, y caminando con pisadas cortas y temblorosas en ese pequeño espacio, inmenso por su crueldad.

Tomó fuerzas de las dulces notas de un piano que le acompañaba desde el piso superior del viejo edificio en el que vivía junto a sus hermanas. Levantó su cansado cuerpo, se elevó al bailar con la fotografía primorosamente ceñida sobre su pecho, como  si ésta le escuchara el corazón. Sus latidos se aceleraban mientras bailaba. Por primera vez en muchos años, su pensamiento fue claro.  Supo que bajo la excusa de la demencia, le  redujeron su mundo, le  cortaron sus alas, le obligaron a embarcarse en un viaje largo y desolado. Su vida se transformó en letras, estampillas y papel. Al finalizar la última nota del piano, tomó su pluma, la tinta se derramó como si supiera que nunca más contaría historias. Su escritura delicada como un susurro buscó espacio entre las flores de la pared:



"Mi amada, mi dulce y fiel mujer.  Prepara el equipaje.  Pronto iremos donde  el amor es un bálsamo, libre, fuerte, sutil, eterno.



Esa fue su última frase de amor, con esas letras  firmaba una historia de amor prohibido. Para ella, esa noche, las letras se habían terminado.

Guardó su pluma en una cajita de ébano, al abrirla inhaló por última vez el aroma del sándalo, apartó los pétalos secos de alguna flor que un día le coloreó el alma. Esa noche fría se apagaban para siempre las antiguas farolas, fieles centinelas,  del número 48 de la calle Cristal, en una ciudad donde dos mujeres tienen prohibido amarse.

Se colocó sobre su cuello, la cadena de plata con el triskel con el que ellas habían sellado silenciosamente su promesa de amor. Al ponérsela, recordó aquel beso suave y tierno; el triskel estaba entre sus labios. Desató el rimero  de cartas, las esparció por su cama, por toda la habitación; se vistió de fiesta, quemó incienso, tal como aquella tarde de septiembre en la que por primera vez hicieron el amor. Abrió la ventana para buscar la luna, aunque solo sintió el frío del invierno sobre su cara; puso sobre la mesa dos copas de vino tinto, sonrió plácida, ligera. Alzó la copa y brindó por ellas,

Se sentó abrigada a esperar a su amante, la mujer por siempre amada, la musa de sus letras de amor. La muerte fue su cómplice; las recogió esa misma noche, a la misma hora, en diferentes ciudades. Sus almas viajaron juntas en lo profundo del silencio, el pacto hace años establecido se había cumplido. Desde ahora por siempre juntas, moldeadas en un abrazo eterno, en un amor finalmente triunfante.


El  antiguo reloj  de pared se detuvo al despuntar el alba… 



 © 2014. Mayela Bou

mayo 26, 2014

Hoy es invierno una vez más...





Hoy es invierno una vez más...

Hace 15 años, estábamos en un Mayo lluvioso también. Y heme aquí ahora, en una madrugada que me arrulla con el cantar del cielo, y que no difiere mucho de la de aquel 26 de mayo. Hoy como ayer,  sigo estando llena de gratitud con la vida, con el universo, con Dios, contigo, por haber llegado así, silenciosa, de puntillas,  llena de magia, con la fresca lluvia en todo tu ser, los ojitos llenos de ilusión, repleta de luz, de amor y algarabía. Convertiste nuestra casa en ese cielo palpitante de ruiseñores y aves  que guarda el arcoíris.

No puedo dejar de recordar ese instante en el que nos vimos por primera vez, ambas estábamos llenas de brío, de fuerza, de lucha, tú por salir a la vida y conquistarla, y yo empujándote a que con todas tus esperanzas te abrazaras a ella. Desde entonces entre nosotras existe esa asombrosa fuerza interior que nos denomina mujeres, y que nos  coloca en la eternidad como madre-hija.

La llegada de tus hermanos me  proporcionaba cierta experiencia, me habían otorgado ese par de nobles caballeros, el título de mamá. Pero al tenerte en mis brazos, tan delicada y frágil,  volví a sentir esa sensación extraña, de no saber si lo podría hacer bien, era volver a iniciar el camino  que recorremos las “mujeres-madres”, esa tierra que se cruza sin dirección exacta, sin brújula, con los ojos vendados, sin abrigo para las inclemencias del tiempo, pero que al final nos lleva a la tierra prometida, al jardín de la sabiduría, al regazo de Dios.

Y así caminando con cierta delicadeza,  fueron pasando los inviernos en este mi loco corazón, nada podía ser más perfecto que saberte a mi lado, sentir tus bracitos alrededor de mi cuello, ver tu carita buscando reflejarse en mis ojos, escucharte sonreír, darte la mano para tus primeros pasos, tocar el cielo con el primer “mamá”,  saberte mía, reconocerme en ti y aceptar con humildad tus diferencias.

Cada día de tu existencia has llenado mi vida de dulzura, he vivido estos 15 años entre, pañales, biberones,   vestiditos, zapatillas de baile, libros de cuento, peluches, triciclos, pinceles, plastilinas y todo aquello que en el instante que llegaba a tus manos se convertía en fiesta. Con los años todos esos chunchitos y cositos fueron cambiando a vestidos de noche,  de fiesta, aretes, pintura para uñas, tacones, maquillaje, carteras, y mágicamente todo eso en ti se vuelve a convertir en fiesta.
Verte crecer ha sido una de mis mayores bendiciones, tener el privilegio cada día, de tu sonrisa loca, de tus pucheros y enojos, de tus horas de teatro, sentir que el corazón se me derretía cuando me decías “lovo”, verte con tu libro en las manos y escucharte gritar totalmente absorbida por la emoción, amar cada uno de esos instantes en los que sacas ese maravilloso sentido del humor, cómo no amar a la niña generosa que comparte sus cosas y su tiempo con los demás, a la niña que llora por el dolor ajeno, a la niña que ama la justicia, cómo no enamorarme de tu humanidad tan espontánea, honesta y sincera.

Amo infinitamente nuestras  tertulias, nuestras conversaciones, esas en las que arreglamos el mundo, planificamos el futuro, nos reímos de todo y que al final, lo único que perdemos es el sueño. Esas mágicas horas nocturnas de contar hasta mil para invocar el sueño, de inventar cuentos no contados, de silencios, reclamos y risas escondidas, nuestras fiestas con los grillos, chicotes y luciérnagas,  esas mágicas horas en las que los noctámbulos preparamos en el telar de la vida los colores del alba.

15 años Fatimita!! Estas en la puerta que al traspasarla  deja la infancia y te prepara para la juventud, esa que puede ser eterna en tu corazón, y a la que llegas ahora llena de ilusiones. Vienen nuevos retos, nuevos horizontes, la vida va girando y no se detiene, solo te pido que tus valores y principios enarbolen tu esencia de mujer, tu digna humanidad, y que siempre, siempre te sientas orgullosa de ser quien eres, que cada día desafíes la vida con la frente en alto, que nunca nadie te empequeñezca, ni nunca conozcas la sumisión, que la humildad sea siempre un reto para ti,  y que camines orgullosa de pertenecer a un linaje de mujeres valientes, luchadoras, y con una enorme capacidad de amar.

Mi niña, mi amada, mi todo…

Hoy es inviernos una vez más…





 Lovo,
Mo.

mayo 09, 2014

"LO ESTAS MAL ACOSTUMBRANDO A LOS BRAZOS"


“LO ESTAS MAL ACOSTUMBRANDO A LOS BRAZOS” me afirmó el verdulero…

Díselo a la naturaleza, que lo ubicó 9 meses cerca de mi corazón, 9 meses al compás de mi respiración, 9 meses en compañía de mi voz.
Ella lo mal acostumbró primero, que sabiamente llenó mis pechos lecheros, para seguir siendo, uno los dos.

Que te explique la naturaleza, por qué me sonríe cuando estoy fea y me estira los brazos loco de amor.
 ¿Que lo estoy mal criando en brazos cuándo no me pide zapatos, ni un auto de lujo, tan solo que lo tome, por besos babosos a cambio?

¡No me niego a sus brazos! ¿Por qué negarme?
Sería reprimir el amor más puro e incondicional. Me pide brazos porque después de pasar casi un año tan unidos como jamás lo volveremos a estar, nuestro único consuelo es abrazarnos, para no extrañarnos tanto y amarnos más y más.

Después de todo, más temprano que tarde aprenderá a caminar y todo esto será un hermoso recuerdo, de cuando una vez él fue bebé y mis brazos eran todo para él.

Así que señor verdulero, sin duda la naturaleza es más sabia que ambos, lo que para usted es “mal acostumbrarlo a los brazos” él lo llama AMAR, MAMAR, MAMÁ.

Ni los árboles sueltan sus frutos pequeños… los cargan hasta que estén listos, es lo natural
(Me dije).

Autora Elo Alarpoe

abril 08, 2014

Ellas....




Ellas, las amigas de mi infancia, las compañeras del colegio, las niñas en el patio de recreo, las que bordan, las que estudian, las que rezan, las enamoradas, las que juegan, las coquetas, las rebeldes, las miedosas y las obedientes. Todas ellas pétalos de una misma flor. Estrellas de un mismo cielo. Rayitos de un mismo sol.

Ellas, niñas creciendo para ser mujeres, guardando en sus mochilas los retos y desafíos con los que un día conquistarían sus más elevados sueños. Adolecentes, constructoras de mágicos caminos, hechos de sol y lluvia, dueñas de su eterna juventud, amantes de su espíritu femenino, niñas con sonrisas de miel y caña. Canto de sirenas.

Ellas, que cada día se perfumaron con la fragancia del futuro, se maquillaron con los colores de la primera, arroparon sus cuerpos con el arco iris y, por pendientes, colgaron dos lunas llenas, para iluminar sus rostros de mujeres bellas. Ellas, que aprendieron la danza de la vida, a mover sus caderas con el ritmo de los tambores del corazón, pasos firmes, grito de guerra, mirada al frente. Y en sus ojos, los mapas de ese lejano lugar donde los sueños se hacen realidad.

Ellas, que abandonaron con las alas abiertas los muros de su colegio, se sintieron propietarias del mundo, capaces de andar los caminos más agrestes, de enfrentar las noches más oscuras, de sobrevivir a los inviernos más desalmados; ellas, convertidas ahora en guerreras de la vida.

Fueron muchas las rutas, los caminos trazados, los campos, veredas y montañas, los ríos y los mares que cada una cruzó; el mundo les abrazó como quien recibe a sus más amadas hijas, y las llevó por tierras generosas, pero desconocidas. Se despidieron, cada una en silencio, con una promesa sagrada de amistad, sellada en el corazón. Con los ojos llenos de inocencia, con la vida llena de inexperiencia. Lejanos quedaron los días de colegio, los juegos en el patio, las noches de desvelos. Ellas, ahora mujeres capaces de conquistar su esencia misma.

Las manecillas del tiempo las acarició, convirtiéndolas en mujeres fuertes, conocedoras de un universo tan distante al de los años de la niñez, cada una en su trinchera ha conocido la alegría y el dolor, los triunfos y derrotas, riquezas y pobrezas, soledades, abandonos, como también los días azules del amor. Se enamoraron, se desilusionaron, se casaron y se divorciaron, llenaron las aulas de las universidades,  conocieron la dulzura de la maternidad y tocaron la divinidad de la creación desde su vientre maduro, se asustaron al no saber si podrían ser madres, labor que han hecho con verdadera dignidad de mujer. Conocieron a sus compañeros de camino, sus aliados, sus amantes, sus amigos. Su mejor conquista, un amor para siempre.

Ellas, que han enfrentado la vida con cantos y algarabías, danzando hacia el cielo con los brazos abiertos, sonando sus panderetas, honrando el linaje del que les viene la vida. Ellas, que también han enfrentado la muerte con respeto y humildad, que han doblado sus rodillas e inclinado el rostro en señal de fidelidad, de fe, de lealtad. Ellas, las que han vencido y siguen siendo primavera en cada amanecer.

Ellas, que han conocido golpes por caricias, palabras groseras por ternura, migajas por compañía, ellas, que fueron hasta el fondo de un negro pozo para poder resurgir de nuevo, valientes, llenas de sí. Como fuego ardiente entre cenizas. Ellas, que vieron pasar los años, evocando la magia de los días pasados, y que escondieron el alma de la juventud en la seriedad de sus hogares y que ahora se dan el permiso de sacarla a la luz y liberarla.

Ellas, ahora juntitas nuevamente, en ese punto de la madurez, ese lugar de encuentro que las trae como mujeres ganadoras en la batalla de la vida, cada una ahora con su mochila llena de experiencias, sus mejores armas en los bolsillos, contemplando nuevos horizontes, la sonrisa fresca, la mirada tierna, la palabra exacta, el abrazo por tantos años esperado. Ellas, las que ahora tejen noches de tertulias, mujeres con las que comparto una copa de vino, una dulce borrachera, una lagrima de dolor y miles de sonrisas de amor, las que inventan, las que juegan, las que cantan, las que bailan, las que abrazan, las que respetan los silencios y las que no dejan de hablar.

Ellas, circulo sagrado de mujeres valientes, mis amigas de infancia, todas ahora mujeres amantes, jóvenes eternamente enamoradas, novias de fuego, madres todo terreno, profesionales, artistas, empresarias, embajadoras del viento, de la lluvia, maestras, soñadoras… las niñas del patio del recreo.

Ellas, mis buenonas… 

© 2014. Mayela Bou



PROMO 86
COLEGIO EUCARÍSTICO
EL SALVADOR


abril 02, 2014

Recibiendo el mes de Abril en la orilla del mundo.


BOTELLA AL MAR

El mar es un azar
¡Qué tentación echar una botella al mar!

Poner en ella por ejemplo
un grillo, un barco sin velamen, y una espiga
sobrantes de lujuria, algún milagro
Y un folio rebosante de noticias

Poner un verde, un duelo, una proclama,
dos rezos, y una cábala indecisa
El cable que jamás llegó a destino
Y la esperanza pródiga y cautiva

El mar es un azar
¡Qué tentación echar una botella al mar!

Poner en ella por ejemplo un tango
que enumerara todos los pretextos
para apiadarse a solas de uno mismo
y quedarse en el borde de otro sueño

Poner promesas como sobresaltos
Y el poquito de sol que da el invierno
y un olvido flamante y oneroso
y el rencor que nos sigue como un perro

El mar es un azar
¡Qué tentación echar una botella al mar!

Poner en ella por ejemplo un naipe,
un afiche de Dios, el de costumbre,
el tímpano banal del horizonte
el reino de los cielos y las nubes

Poner recortes de un asombro inútil,
un lindo vaticinio de agua dulce
una noche de rayos y centellas
y el saldo de veranos y de azules

El mar es un azar
¡Qué tentación echar una botella al mar!

Pero en esta botella navegante,
sólo pondré mis versos en desorden
en la espera confiada de que un día
llegue a una playa cándida y salobre

y un niño la descubra y la destape
y en lugar de estos versos halle flores
y alertas y corales y baladas
Y piedritas del mar y caracoles

El mar es un azar
¡Qué tentación echar una botella al mar!

(Mario Benedetti).





"EL CORAZÓN DE UNA MUJER, ES UN PROFUNDO MAR DE SECRETOS"