marzo 24, 2013

LECTURA DEL CUERPO



Que maravilloso es cuando podemos escuchar, palpar, leer y sentir el lenguaje de la vida.
Esta vida que no escribe en pergaminos, ni con matices disparatados, esta vida que no necesita eco,  ni timbre de voz para darnos una explicación.
La que cuenta historias, grita, llora, acaricia, entrega, archiva, impregna, marca…
Un lenguaje asombroso, que me deja el alma en comunión con el universo, con cada ser humano que esté a mi alrededor y lejos de mí.
El cuerpo, instrumento de la vida para  denunciar, exigir, acariciar, anhelar, pedir, llorar, ocultar, defenderse, amar, silenciar.
Que difícil se me hace leer y conocer estas historias, enfrentarme a la mía, pero al final una lectura liberadora, que el mismo cuerpo y la vida agradecen que se haya realizado.


CUANTO DOLOR...

A dónde estaban tus ángeles
cuando tus pies se quedaron pequeños.
A dónde estaba la misericordia cuando tus manos
fueron suspendidas.
El mundo te dio la espalda con una mirada de desprecio
que a tus cortos años de vida no podías entenderlo.
Las exigencias de los otros afilaron la navaja que acarició
tus años de mujer solitaria.
Te cubriste de odio, de enojo, te llenaste de ira,
ahogaste la sonrisa, y tus ojos no resplandecieron más.
Tu cuerpo lo grita, tu vida se asfixia, el llanto consume
el alma se extingue, la alegría abandona, la tristeza acaricia.
Surgen las preguntas, y el deseo doloroso de una respuesta:
Por qué el mundo te abandonó. Por qué El cielo no te cubrió.
La angustia se te alojó en los huesos y tu cuerpo se partió en dos.
Lo puedo leer, lo puedo sentir, nuestras miradas se cruzan,
sentimos el dolor, el mensaje es claro, preciso, nos llama a cambiar
la historia y empezar ahora a escribir  en el  cuerpo un final feliz.

Cuanto dolor….


Lapislázuli.

2 comentarios:

  1. Anónimo9:24

    Mayela!!! He estado extrañando tus letras!!! Como siempre me encanta leerte.

    En mi área, aprendí que cada experiencia vivida te deja huellas y que el cuerpo interioriza mecanismos de control y aprende a reprimir dejando marcas, y que este se expresa a cada instante incluso en silencio. Y no es, sino hasta cuando nos “expresamos” que comienza la “regeneración celular” de este.

    Un abrazo!

    Liza.

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    1. Gracias Liza, a veces me tardo en poner lo que escribo porque sale a gotitas pausadas de mi corazón, gracias por estar siempre en mi café, haciéndome compañía.
      Sin duda tu profesión te ha enseñado a leer el cuerpo y a descifrar el dolor, deseo que el universo siempre te acompañe para que lleves paz y tranquilidad a tus pacientes. A veces no es medicamentos lo que necesitamos.
      Un abrazo fuerte chiquilla!


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