julio 20, 2012

Cuando se detiene el tiempo en La Ciudad del Viento II parte


Cuando se detiene el tiempo en La Ciudad del Viento
Estábamos casi enfrente de los dos edificios más antiguos de La Milla Magnifica, pero dimos un giro a nuestra izquierda buscando la tan esperada y famosa pizza de Chicago.

Chicago-style pizza, cuya variante es la deep-dish fue inventada en 1943, pero no fue hasta los 70’s que Giordano’s empezó a experimentar  y nace la versión de la pizza cerrada.
 
Qe puedo decirles, brindamos por nuestro encuentro, por estar en ese maravilloso lugar, disfrutamos de una pizza deliciosa, nos reímos y recordamos aquellos días maravillosos del colegio, al calor de una giordano’s y un par de frías cervezas, surgían esos años con alegría, recuerdos guardados en nuestros cuerpos de niñas adolescentes ya adormecidos pero que aún están en nostras, verdaderos años de juventud.




La segunda jornada continuaba, temía que mi capacidad de guardar toda la información de lo visto se me podía agotar, no sé cuantos gigabyte iba necesitar  de mi disco duro, pero estaba tan emocionada que temía perderme detalles.   
A pocos metros en la Avenida Michigan, nos encontramos con dos de los edificios que sobrevivieron al Gran Incendio de 1871 que destruyó casi en su totalidad la ciudad, Water Tower y Pumping Station, La Torre del Agua fue construida en 1869, dos años antes del gran incendio. 

Water Tower, tiene una curiosa forma de castillo gótico,  si  miras ambos edificios detenidamente descubres  en ellos un  islote rodeado de impresionantes rascacielos que se elevan en el horizonte de la Avenida Michigan.  A pocos metros, el otro edificio que sobrevivió al Gran Incendio,  la Estación de Bombeo de Agua, edificado en 1866,  hoy es un centro de información turística de la ciudad.

Ambos son los únicos sobrevivientes y testigos de cómo una ciudad cae y se levanta con impresionantes rascacielos demostrando la capacidad y tenacidad de un pueblo que surgió literalmente de sus escombros.


 




Al caer la tarde nos sentamos en el maravilloso parque que rodea los dos antiguos edificios, una mezcla de presente y pasado  se apodero de nosotras, pudimos ver esa diversidad de razas tan colorida y llenas de sus propias culturas, transeúntes que cada cual lleva en sus hombros sus tristezas y alegrías, sus sueños y pesadillas, sus triunfos y derrotas; sentadas al filo de la historia, Varinia y yo veíamos pasar el tiempo, sentíamos girar el mundo, el frío nos empezó a abrazar,  la noche adornaba la ciudad de viento, teníamos que volver a casa.


Partimos cansadas y felices,  con los ojos llenos de un maravilloso atardecer, pausado y taciturno, el cansancio nos llevo a disfrutar de un silencio mientras el tren nos llevaba de regreso a casa, creo que cada una pensaba en los detalles que habían entretejido nuestro primer día juntas en Chicago.

Esa noche frente al ordenador no quería más que buscar de forma anhelante la historia que llevó a esta ciudad a escombros y de cómo surgió, como  si el ave fénix viviera en ella.


Encontré en internet esta historia contada por  el  Arquitecto Rodolfo de Liechtenstein.

8 de octubre de 1871 a las 8 PM en la ciudad de Chicago. Un gran incendio destruyó la mayor parte de la ciudad y según versiones, la más sensata, la catástrofe se inició por jugar a los dados en un granero.
Nos ubicamos en tiempo y espacio. En la primer parte del siglo XIX Chicago era un asentamiento a orillas del lago Michigan, con grandes almacenes construidos en madera, acero y mampostería. Inclusive las calles estaban pavimentadas con bloques de pino. 
Hacia 1871 la población ascendía a 300.000 habitantes; la mayoría pasaba su tiempo libre, y no tan libre, jugando a los dados, un juego que los americanos llaman Craps. Fue un juego tan popular que los ánimos muchas veces se elevaban a niveles de violencia muy altos. La policía los prohibió en determinadas horas y lugares. 
Aquí nace nuestra historia. Louis M. Cohn jugaba a los Craps con un grupo de apostadores en un establo, escondidos, iluminados con un farol para no ser vistos desde la calle. En un momento efervescente del juego Louis Cohn derribó el farol presumiblemente con el codo, prendiendo fuego a la paja.
El fuego se propagó en forma muy veloz. En 48 horas las llamas destruyeron 18.000 edificios, 100.000 personas quedaron en situación de pobreza y 300 más murieron. Nuestro protagonista pudo salvarse. Cargado de culpa difundió una historia hasta no hace mucho versión oficial del incendio, culpando a una vaca de la granja como la autora de patear el farol en cuestión.
Con el paso del tiempo Louis Cohn se convirtió en un hombre rico muriendo a los 89 años hacia 1944. Su culpa lo acompañó toda su vida. Al morir, la ciudad de Chicago recibió un generoso donativo de parte de Cohn, endosado como parte de su testamento, con carta de su puño y letra donde contaba la verdad. 


Después del incendio se inicia un proceso de reconstrucción pocas veces visto en la historia de la arquitectura. La cuadrícula de Chicago ayudó a la especulación inmobiliaria, el acero, el ascensor, los tabiques contra viento y normas contra incendio inauguraron un proceso que se denominó Escuela de Chicago.
Se alcanzaron alturas nunca vistas hasta entonces (12 pisos, en algunos casos más). Surgieron almacenes, auditorios, tiendas, oficinas. La vereda alcanzó niveles de uso nunca vistos. La iluminación eléctrica ayudó a vivirla de noche. Ingenieros y arquitectos conformaron estudios con logística moderna, cambiando el perfil de Chicago. 
Adler+Sullivan fue el estudio que aceleró la Modernidad del siglo XX con sus obras. El Auditórium de Chicago y la tienda Carson son paradigmas. En dicho estudio, estudió un grande, Frank Lloyd Wright entre 1887 y 1893. 
Un dato curioso. En el momento de tirar el farol, Louis Cohn estaba ganado! 




Buena Noches y buen café para todos! 
Por el momento aquí para mi reloj, mi último sorbo de café me invita a dormir y a pensar en una tercera parte de esta aventura, en mi tintero bailan ansiosas de salir  las horas compartidas navegando el rio Chicago, y otros lugares mágicos y espirituales. 




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