Cuando las mujeres pasamos por un embarazo, en la 37 semana
de gestación más o menos, biológicamente
se produce la hormona de la oxitocina, que es responsable de las conductas
maternales y de preparar el cuerpo para el parto. Esto es lo que todas las mujeres, comunes, normales y corrientes, y que no somos medicas, conocemos como “Síndrome
de Anidamiento.”
Y bajo este síndrome todas las especies construimos con
especial amor un nidito para esperar a nuestras crías. Entre los efectos, está
esa desesperación por tener la casa impecable, en perfecto orden. Y sobre Ttodo que
no vaya a faltar nada que el bebe pueda necesitar.
Cuando tuve mi primer embarazo hace 23 años, pase por esa
etapa pero la desconocía, solo recuerdo la obsesión porque todo estuviera en su
lugar para la llegada de Pablo. Con el segundo embarazo que fue hace 20 años,
ya conocía el síndrome, y pude
observarme hasta guardando cosas en bolsas herméticas, como si algún diluvio se
nos fuera a venir, había que estar preparada para todo, a Rodrigo no le podía
recibir sin su respectivo nidito. Tengo presente a su hermano anidando junto a mí.
El ultimo de mis embarazos fue hace 15 años, para
Fátima creo que anidé las 39 semanas, jajajajaja! No paraba de preparar cada
detalle, y sus hermanos anidando conmigo, y como sin haberme hecho previamente
un ultrasonido yo ya sabía que era una niña, eso era motivo de fiesta en
nuestra casa, sus hermanos estaban
felices de saberse con hermanita nueva, cada día fue de preparar el nido.
Recuerdo que los chicos junto a su papá, habían cultivado canastas de jardín, era hermoso, con muchas flores de
todos colores, para que la niña tuviera un lindo vergel. No recuerdo haber puesto nada en bolsas herméticas,
pero si tenerle lista su primera calzoneta para ir a la playa.
Así llegaron mis hijos, entre nido y nido, y por estos
23 años he tratado de abrigarlos con esa ala protectora de las madres, esa que
nos viene de dimensiones desconocidas, así como ese ojo que tenemos en la espalda
y ese oído flotante que todo lo escucha.
15 años ya de mi último embarazo, y sin imaginarlo
vuelvo a tener el síndrome de anidamiento. Que conste, NO estoy embarazada. De mis hijos la más chiquita es la que se ha
ido más tiempo de vacaciones fuera del país, por lo tanto, esperarla después de
tres meses lejos de casa, ha sido como preparar el nido para su regreso. Aquí estoy
entre pintura para las paredes de su cuarto, ropa de cama, flores, detalles,
empiñadas, el jardín, peluches, velas, carteles,
etc. Esperando a la niña de mis ojos, contado los días, sintiendo ese palpitar
diferente en el corazón, ese que tiene el sonido de su nombre, escuchando
instrucciones de sus hermanos de cómo hacer las cosas, según el gusto de ella. Aquí,
contando minutos, con los ojos llenitos de luz, plasmando en letras esta fiesta de mi corazón,
limpiando el nido, ese que construí hace 23 años y que disfruto cada día de mi
vida, aun sabiendo que un día se quedara vacío. Estos meses de su ausencia son el primer
simulacro para ese día en el que abra sus alas y alce vuelo, y en el que sin
duda le daré el más amoroso de los impulsos.
Mientras tanto habrá fiesta en este nido!!
Que se mantenga la fiesta en ese nido, mientras no te llegue el síndrome del nido vacío, que es más "doloroso" separarse de los hijos que esperar su llegada. Abrazos
ResponderEliminar