Hoy
es invierno una vez más...
Hace
15 años, estábamos en un Mayo lluvioso también. Y heme aquí ahora, en una
madrugada que me arrulla con el cantar del cielo, y que no difiere mucho de la
de aquel 26 de mayo. Hoy como ayer, sigo
estando llena de gratitud con la vida, con el universo, con Dios, contigo, por
haber llegado así, silenciosa, de puntillas, llena de magia, con la fresca lluvia en todo
tu ser, los ojitos llenos de ilusión, repleta de luz, de amor y algarabía.
Convertiste nuestra casa en ese cielo palpitante de ruiseñores y aves que guarda el arcoíris.
No
puedo dejar de recordar ese instante en el que nos vimos por primera vez, ambas
estábamos llenas de brío, de fuerza, de lucha, tú por salir a la vida y
conquistarla, y yo empujándote a que con todas tus esperanzas te abrazaras a
ella. Desde entonces entre nosotras existe esa asombrosa fuerza interior que
nos denomina mujeres, y que nos coloca
en la eternidad como madre-hija.
La
llegada de tus hermanos me proporcionaba
cierta experiencia, me habían otorgado ese par de nobles caballeros, el título
de mamá. Pero al tenerte en mis brazos, tan delicada y frágil, volví a sentir esa sensación extraña, de no
saber si lo podría hacer bien, era volver a iniciar el camino que recorremos las “mujeres-madres”, esa
tierra que se cruza sin dirección exacta, sin brújula, con los ojos vendados, sin
abrigo para las inclemencias del tiempo, pero que al final nos lleva a la
tierra prometida, al jardín de la sabiduría, al regazo de Dios.
Y
así caminando con cierta delicadeza, fueron pasando los inviernos en este mi loco
corazón, nada podía ser más perfecto que saberte a mi lado, sentir tus bracitos
alrededor de mi cuello, ver tu carita buscando reflejarse en mis ojos,
escucharte sonreír, darte la mano para tus primeros pasos, tocar el cielo con
el primer “mamá”, saberte mía,
reconocerme en ti y aceptar con humildad tus diferencias.
Cada
día de tu existencia has llenado mi vida de dulzura, he vivido estos 15 años
entre, pañales, biberones, vestiditos, zapatillas de baile, libros de
cuento, peluches, triciclos, pinceles,
plastilinas y todo aquello que en el instante que llegaba a tus manos se
convertía en fiesta. Con los años todos esos chunchitos y cositos fueron
cambiando a vestidos de noche, de
fiesta, aretes, pintura para uñas, tacones, maquillaje, carteras, y mágicamente
todo eso en ti se vuelve a convertir en fiesta.
Verte
crecer ha sido una de mis mayores bendiciones, tener el privilegio cada día, de
tu sonrisa loca, de tus pucheros y enojos, de tus horas de teatro, sentir que
el corazón se me derretía cuando me decías “lovo”, verte con tu libro en las
manos y escucharte gritar totalmente absorbida por la emoción, amar cada uno de
esos instantes en los que sacas ese maravilloso sentido del humor, cómo no amar
a la niña generosa que comparte sus cosas y su tiempo con los demás, a la niña
que llora por el dolor ajeno, a la niña que ama la justicia, cómo no enamorarme
de tu humanidad tan espontánea, honesta y sincera.
Amo
infinitamente nuestras tertulias, nuestras
conversaciones, esas en las que arreglamos el mundo, planificamos el futuro,
nos reímos de todo y que al final, lo único que perdemos es el sueño. Esas mágicas
horas nocturnas de contar hasta mil para invocar el sueño, de inventar cuentos
no contados, de silencios, reclamos y risas escondidas, nuestras fiestas con los
grillos, chicotes y luciérnagas, esas mágicas
horas en las que los noctámbulos preparamos en el telar de la vida los colores
del alba.
15
años Fatimita!! Estas en la puerta que al traspasarla deja la infancia y te prepara para la juventud,
esa que puede ser eterna en tu corazón, y a la que llegas ahora llena de
ilusiones. Vienen nuevos retos, nuevos horizontes, la vida va girando y no se
detiene, solo te pido que tus valores y principios enarbolen tu esencia de
mujer, tu digna humanidad, y que siempre, siempre te sientas orgullosa de ser quien
eres, que cada día desafíes la vida con la frente en alto, que nunca nadie te
empequeñezca, ni nunca conozcas la sumisión, que la humildad sea siempre un
reto para ti, y que camines orgullosa de
pertenecer a un linaje de mujeres valientes, luchadoras, y con una enorme
capacidad de amar.
Mi
niña, mi amada, mi todo…
Hoy
es inviernos una vez más…
Lovo,
Mo.
Una hermosa entrega de amor en bellas palabras, siempre es un placer leerte.
ResponderEliminarBesos y un cálido abrazo.