Ella.
Ella que desde chiquilla se sintió
abandonada, desierta en un mundo que la asustaba, y al qué a pesar de los
temores se dispuso a entrar con la fuerza de la existencia misma. Ella que
vistió ropaje de princesa, fue cubierta por encajes de fina seda, y fue amada
con tal delicadeza… Cristalino mundo que un día iba a herir su dignidad de
mujer soñadora, veneno que se aloja en el alma, para revelarnos una verdad que
marca de manera indeleble el dolor de la mano que se alza, en el golpe
incomprensible que se viste burlonamente de amor.
La brisa y los días del invierno eran
quienes jugaban con sus risos que brillaban como un sol, días de juego, noches
de sueños, las promesas del primer amor
la veían convertirse de niña a mujer, sus labios tocaron el beso que desató
su fuerza de mujer amante.
Ella que lo entregaría todo, sin
reservas ni culpas, sin espacio, sin medida… simplemente otorgaría el corazón a
quien le inmortalizara su mundo intocable de cristal, de princesa amada, mágico
e irreal.
Ella que buscó el amor en la
puerta equivocada, y le tocó ver la vida desde una pequeña ventana, sellada por
la limitación de la perversidad humana. Sus paisaje se vistieron de nostalgias,
sus horas se cubrieron con el llanto de mujer sin alas. Triste desolación. Mujer por
la vida abandonada.
Ella que esperaba letras de amor,
miradas tiernas, el roce y la delicada caricia de la piel enamorada. Ella que
hablaba sola con las estrellas, y bailaba en el borde de sus mágicos sueños,
tejía sus días con delicadas madejas de seda dorada, pintaba sus sueños con el
color infinito de los cielos, y cantaba junto a los grillos del bosque las
fiestas nocturnas de los paralelos mundos de donde un día súbitamente fue
arrancada.
Ella… un alma ahora atormentada.
Un día bajó la mirada y escondió
en la gaveta del olvido el color esperanza de sus grandes ojos verdes, para
entristecerse con el latido suave de un corazón que moría de añoranzas. Pulso
agonizante en los segundos marcados por la máquina de un reloj despedazado.
Se rompieron los sueños, se
tiñeron de sangre las caricias y se perdieron en el olvido las promesas de amor
que un día fueron adornadas por la frescura de la inocencia de días de
infancia, ahora lejanos.
Sus alas coartadas la envolvieron
en una tristeza sin fin, cual oruga retrocedía en el ciclo de la vida.
Ella calló su voz, canto de
alegría, para dar paso a la vertiente de
un llanto que no parecía nunca terminar, se inmovilizó por el miedo, y se dejo
arrastra por la fuerza de un corazón endurecido que con engaños la llevo hasta
su regazo.
Ella… que tuvo que sepultar las
ilusiones, y llorar en silencio por el amor ahora lejano, ella que no comprendía
por qué la vida se burlaba con tanto descaro. Disimuló su corazón con finas mantillas de seda negra y dibujo una
sonrisa fingida que tenía el amargo sabor de las lágrimas retenidas.
Ella…
Lapislázuli.
Lapislázuli.
Bellísimo, hermanita. Tu alma es cristalina como el agua y el aire de la montaña profunda. Te amo.
ResponderEliminary yo te amo a vos, el mejor de los hermanos!
EliminarMaye, tu hermano Carlos tiene toda la razón, no encontró mejores palabras para describirte.
ResponderEliminarAl leer esta hermosa oda a las mujeres maltratadas, deseo cantarla para que llegue al alma de todas ellas con frescura y paz.
Las letras te hacen grande amiga.
Besos,
Sophia.
Sophi, que la vida nos permita abrazar siempre a quienes han sufrido tal atrocidad.
EliminarGracias por venir a tomar cafecitos mi niña linda.
Te quiero.
Pese a ser tan triste, es bellisimo lo escrito.
ResponderEliminarUn beso
Gracias Inma_Luna. Es u homenaje a las mujeres maltratadas. Abracitos muuchos!
EliminarNo creo en la casualidad, pero por alguna razón has entrado en mi blog y ahora te devuelvo la visita.
ResponderEliminarMe gusta este rincón y volveré a tomar ese café a pesar de la diferencia horaria. Lo pongo entre mis favoritos.
Y me encantaría compartir alguno de tus escritos si hay ocasión. Por ejemplo esta oda a las mujeres maltratadas, preciosa a pesar del dolor que encierra.
Hasta pronto...
Gracias por venir a compartir este café de media noche, aquí en este mágico lugar adonde las horas no existen y el mundo se hace pequeño. Es un honor que compartas mis letras, hazlo siempre que las necesites.
ResponderEliminarTu portal invita a quedarse largas horas en el, y vaya que lo he disfrutado.
Un abrazo trasatlántico.