Mi vuelo desde el aeropuerto de Los Ángeles al Aeropuerto de O´Hare (el segundo más grande del mundo) en Chicago, duraría 4 horas nocturnas. Me despertó un espectacular amanecer desde el avión, me sorprendió enormemente el no ver la inmensa mole de cemento y asfalto que se puede ver cuando se vuela sobre las grandes ciudades, impresionada por la cantidad de vegetación ante mis ojos, empezaba a sospechar que esos 8 días en la ciudad del viento serían mágicos e inolvidables.
Tenía la adrenalina al tope, me moría de ganas de abrazar a mi amiga Varinia, con quien habíamos planificado y esperado el tan ansiado día y sobre todo dar rienda suelta a esos 8 días descubriendo ella para mí una nueva ciudad.
Mi hermanita mayor me había dado su celular con internet, GPS y todos los artilugios para estar conectada al mundo, por aquello de que su hermanita menor es un poco desubicada y un desastre con los 4 puntos cardinales, igual que ella, yo siempre voy hacia adelante y ese es para mí el norte.
Nuestra bienvenida fue alrededor de una deliciosa taza de café caliente, un desayuno americano por supuesto, y la ilusión de planificar desde ese momento todo lo que vendría.
Bajé mi equipaje, conocí a los maravillosos hijos de Varinia, Génesis y Gabriel, recorrí su casa, en un instante me sentí parte de ella y me presente con sus macotas, Niko y Nala, me instale en el que sería mi dormitorio por 8 días, me lave la cara, me cambie de ropa, vaqueros bien puestos, bloqueador solar, gorra para el sol, agua y cámara en mano, nos esperaba un día que prometió ser increíble y así lo cumplió.
Nos acercamos en vehículo hasta una de las estaciones del subterráneo, lo dejamos aparcado y caminamos a tomar el metro que nos llevaría al Downtown.
Chicago, situada en el estado de Illinois, es conocida como:
"The Windy City", La Ciudad del Viento.
Nuestra caminata inicio por lo que se conoce como The Magnificent Mile o La Milla Magnifica. Comprende la parte norte de la Michigan Avenue entre el Río Chicago y la Lake Shore Drive. Según estuve leyendo esta es la versión americana de Champs-Elysées: un ancho boulevard con exclusivos negocios, museos, restaurants y hoteles lujosos. Todos los grandes de los grandes, en lo que a negocios se refiere, están presentes en esta milla magnífica.
La avenida Michigan con su boulevard central se muestra impecable al inicio del verano con asombrosos arreglos florales que son un deleite para la vista.
Iniciando nuestro recorrido pasamos junto a la Harold Washington Library, es considerada la biblioteca más grande del mundo. Diseñada por Thomas Beeby en 1991, en su interior hay más de siete millones de libros. Me llamó mucho la atención, las lechuzas que se alzan sobre lo alto de su fachada, símbolo de la sabiduría, solo debíamos verla por fuera, porque si entramos nos quedamos los 8 días en ese mágico lugar.
Seguimos caminando por la Avenida Michigan, confiezo, yo iba boca abierta admirando su arquitectura y con los ojos siempre atentos, para que no se nos escapara ningún detalle, hasta que llegamos a uno de los edificios más emblemáticos de Chicago, la Tribuna Tower. El origen del edificio es curioso, según leí en internet, para celebrar el 75 aniversario del periódico Chicago Tribune, se organizó en 1922 un concurso para crear el edificio más bello del mundo, el proyecto ganador fue el de la firma Howells and Hood y el resultado fue un edificio de estilo neogótico, donde los arbotantes de la torre superior imitan a los de la Catedral francesa de Ruan. Lo que supone una nueva mirada hacia las alturas para poder contemplar la belleza y originalidad de la torre superior
Hemos pasado largo tiempo admirando cada detalle, en lo personal deseaba que se tatuaran en mi recuerdo para siempre.
Después de observar con tanta pasión esta maravilla de edificio dirigí mi mirada al norte, porque el norte siempre es hacia el frente para mí, recuerden que siempre voy hacia adelante, y al ver que la calle (el puente) se elevaba, mi corazón empezó a latir acelerado, he de confesar que se me aflojaron las rodillas, no por todo lo que habíamos caminado, sino por la maravilla que estaba sucediendo ante mis ojos, las campanas de los semáforos y stop no dejaban de sonar avisando que la milla magnifica se detenía por un instante, carros, transeúntes, y hasta el tiempo parecía detenido ante tal maravilla.
Me emocione hasta las lagrimas, vi a mi alrededor todos esos edificios, el puente elevándose, Varinia a mi lado y el río Chicago adornando la más bella estampa que se guardaba en mi alma con tal delicadeza que ahora cuando la traigo a mi memoria es imposible no derramar una lagrima de emoción y una sonrisa de gratitud.
No fue hasta la década del 20 cuando se construyo un hermoso puente levadizo que unió la Michigan Avenue con la Pine Steet que estaba al norte del otro lado del río Chicago. La Pine St. pasó a llamarse entonces North Michigan Avenue. En 1947 el vendedor de bienes raíces Arthur Rubloff llevaba adelante un ambicioso plan con la avenida y la bautizó como The Magnificent Mile La Milla Magnífica.
Cansadas pero con las emociones a todo galope, empezamos a buscar un lugar donde almorzar, por supuesto tenía que ser pizza, había que constatar que Chicago vende la mejor pizza de los EEUU.
En el trayecto surgieron lugares, colores, personas, olores, sensaciones, que me fueron deteniendo y abrazando, llenando mi corazón de esa hermosa ciudad, encontramos esta tienda que en su pared principal exhibe cientos de maquinas de coser antiguas, es una belleza, en ese instante pensé en mi madre, la mejor costurera de San Salvador, pensé en ese libro maravilloso que acababa de terminar de leer “El tiempo entre costuras”, susurre el nombre de mi madre y el de Sira Quiroga.
Me queda mucho en el tintero, los edificios, el río, el lago, Navy Pier y más, pero el café de esta noche se ha terminado, sera hasta la próxima.
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