Los
últimos seis meses de mi kilómetro 55 ha sido una prueba tras otra para que me
aferre a la vida y encuentre en ella un sentido mucho más profundo del que me
han dejado los años anteriores.
En
estos meses mi existencia se ha empecinado en mostrarme la muerte como parte de
la vida, no termino de pararme de una caída cuando una ola más grande viene
sobre mí, y aún tirada a la orilla del mar he podido visualizar con esperanzas
el horizonte.
Así
he ido avanzando en este kilómetro de vida, nunca he dejado de aprender en cada
caída, en cada dolor, con cada lagrima, con cada despedida.
Agradezco
que no he perdido ese deseo de entregarme de manera amorosa y cálida a cada uno
de mis días. Nacer y morir sin dejar de existir. No prestarle ni un segundo la
mirada a la derrota.
He
llegado a la edad del viento que corre libre, la edad que no mide solo existe
para honrar la vida.
Hoy
inicio un ciclo nuevo, me siento agradecida por el amor de quienes me cuidan,
me acompañan, y me muestran el camino.
Le
doy la bienvenida a mi kilometro 56, estoy segura de que vendrán olas que
lavaran mis pies con calidez y me invitaran a transitar este kilometro llena de
amor, ilusiones y esperanzas. Sé que vendrá un oleaje manso, que me arrullará
en aguas de tranquilidad.
Deseo
para mí, toda la calma que mi alma necesita, luz en mis noches más oscuras,
amor propio que me mueve para avanzar, y salud en mi cuerpo para que me permita
siempre escoger bailar cuando el dolor apriete.
Amo
la vida y hoy más que nunca respeto la muerte.
¡Feliz
cumpleaños para mí!
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