Perdurables
fueron esos días
de la bestia
arraigándose en mis entrañas.
Como ácido,
veneno,
lava ardiente
calcinando y socavando
la vida lentamente.
Nunca
más melancolías alojadas,
enojos in-fértiles,
pedruscos malignos
que me gastan la savia.
Cada noche los lobos
se alejan del alma,
y yo, con éste verso, honro
la mano bendita
que limpió mis entrañas.
Mayela Bou
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