En una clínica muy limpia y remilgada
colgaba un anuncio en dos tajadas,
en la primera se leía:
“Curamos mal de amor y herejías”,
en el segundo se visualizaba:
el precio y la cura que se le
realizaba.
Entró un caballero, muy guapo y de
sombrero,
enfermo de amores y con cara de
borrego.
La doctora, que se encontraba
esperando desde enero
preguntó al paciente que si llevaba
dinero.
Cúreme usted doctora mía éste mal que me tiene ciego,
escribo sin parar versos de amor, y por
las noches en mi tintero navego.
Le hablo a la dulcinea como si fuera
yo Don quijote,
después me duele la cabeza y grito
como un coyote.
Sáneme doctora que esta enfermedad
del amor me acongoja,
me trae delirando, y por la noches
soñando
que caminamos con mi amada por La
Rioja.
Me voy a volver loco, de pensar en su
boca roja,
y lo peor de todo, es que la
condenada, se muerde
los labios frente a mi y ni siquiera se sonroja.
A ver… a ver… _dijo la doctora un poco preocupada,
te voy a revisar para buscar la
enfermedad mencionada.
En los ojos te veo una luz disimulada,
será que buscas a una gitana
encantada?
Déjame ver tus manos_ dijo la doctora apresurada...
Por Dios! caballero, sí que me tienes
preocupada!
tus manos se mueren por dar caricias
a tu amada,
y dónde pues habita esta pasmada que
no viene
a que tus manos la dejen extasiada?
Pensativa la doctora…
y muy preocupada
sentòse en una mesa retirada
a pensar en un brebaje que de amor al
caballero sanara
Acércate noble caballero, mírame a los ojos y quítate el sombrero,
te diré mi pócima secreta porque te
quiero.
Párate frente a un espejo
y con mucho vigor declárale tu amor,
que nada te detenga, ni te produzca
temor.
Súbela a volar en tu tintero y que
aunque ella piense
que de la cabeza estas un poco huero
háblale de amor y será un tiro
certero
Embelesada con tus versos quedara la pasmada
que ha pasado tanto tiempo de ti
enamorada.
Anda noble caballero aprendiz de don
quijote,
soñador de veleros, dueño de tu pluma
y tu tintero
declárale tu amor y vive feliz con
ella como un cipote!
Me voy doctora mía…
Ya no
siento esa agonía,
ahora solo sueño que bordeando en la
ensena
Trincare a mi dulcinea amada y le
quitare la cara de pasmada!
¡Un momento caballero…!
Qué no ha leído usted el letrero
escrito y muy certero?
Léalo pues bien…
usted debe pagar por mis servicios
prestados,
que no son nada regalados,
y si no anda ni centavos
se me va bajando los calzoncillos
apretados.
Porque la doctora necesita que le
paguen aunque sea con amor
los servicios prestados por quitarle ese dolor,
y vaya caballero que con usted quedaran bien pagados
y yo enferma de amor con los ojos apagados.
© 2008. Mayela Bou
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