Que maravilloso es cuando podemos escuchar, palpar, leer y sentir el lenguaje de la vida.
Esta vida que no
escribe en pergaminos, ni con matices disparatados, esta vida que no necesita eco,
ni timbre de voz para darnos una explicación.
La que cuenta historias,
grita, llora, acaricia, entrega, archiva, impregna, marca…
Un lenguaje
asombroso, que me deja el alma en comunión con el universo, con cada ser
humano que esté a mi alrededor y lejos de mí.
El cuerpo,
instrumento de la vida para denunciar,
exigir, acariciar, anhelar, pedir, llorar, ocultar, defenderse, amar, silenciar.
Que difícil se me
hace leer y conocer estas historias, enfrentarme a la mía, pero al final una
lectura liberadora, que el mismo cuerpo y la vida agradecen que se haya
realizado.
CUANTO DOLOR...
A dónde estaban
tus ángeles
cuando tus pies se
quedaron pequeños.
A dónde estaba la
misericordia cuando tus manos
fueron suspendidas.
El mundo te dio la
espalda con una mirada de desprecio
que a tus cortos
años de vida no podías entenderlo.
Las exigencias de
los otros afilaron la navaja que acarició
tus años de mujer solitaria.
Te cubriste de
odio, de enojo, te llenaste de ira,
ahogaste la
sonrisa, y tus ojos no resplandecieron más.
Tu cuerpo lo
grita, tu vida se asfixia, el llanto consume
el alma se
extingue, la alegría abandona, la tristeza acaricia.
Surgen las
preguntas, y el deseo doloroso de una respuesta:
Por qué el mundo
te abandonó. Por qué El cielo no te cubrió.
La angustia se te
alojó en los huesos y tu cuerpo se partió en dos.
Lo puedo leer, lo
puedo sentir, nuestras miradas se cruzan,
sentimos el dolor,
el mensaje es claro, preciso, nos llama a cambiar
la historia y
empezar ahora a escribir en el cuerpo un final feliz.
Cuanto dolor….
Lapislázuli.
Mayela!!! He estado extrañando tus letras!!! Como siempre me encanta leerte.
ResponderEliminarEn mi área, aprendí que cada experiencia vivida te deja huellas y que el cuerpo interioriza mecanismos de control y aprende a reprimir dejando marcas, y que este se expresa a cada instante incluso en silencio. Y no es, sino hasta cuando nos “expresamos” que comienza la “regeneración celular” de este.
Un abrazo!
Liza.
Gracias Liza, a veces me tardo en poner lo que escribo porque sale a gotitas pausadas de mi corazón, gracias por estar siempre en mi café, haciéndome compañía.
EliminarSin duda tu profesión te ha enseñado a leer el cuerpo y a descifrar el dolor, deseo que el universo siempre te acompañe para que lleves paz y tranquilidad a tus pacientes. A veces no es medicamentos lo que necesitamos.
Un abrazo fuerte chiquilla!