Sin darme cuenta la noche de ayer se me deslizó el anillo del dedo anular de mi mano derecha y fue a parar por debajo de mi cama, me agache (con mucha dificultad, será por los años) para buscarlo, de pronto vi lo oscurito y silencioso que es ese lugar, Mayelita (para los que no saben es la niña juguetona que vive en mi) saltó y trajo a memoria aquellos días en los que jugaba abajo de la cama, ella entraba por largas horas en ese mundo silencioso y apartado de toda realidad.
Me quede acostada en el suelo sintiendo su frescura y viendo la oscuridad debajo de la cama, sintiendo que las añoranzas me invadían, lagrimas de melancolía brotaron al ver que mi mundo aun estaba ahí. Subí mis brazos a la altura de la barbilla acomodé mi cara sobre mis manos, respiré profundamente, cerré los ojos y entré a mis recuerdos.
Cuando era una niña de 8 años me encantaba meterme debajo de la cama, era un lugar seguro, oscurito y muy fresco, topaba mi espalda a la pared para sentir lo heladito y la imaginación me trabajaba como campesino en tiempos de cosecha, sin parar.
Debajo de mi cama había mundos desconocidos, lugares extraños y colores inventados, soñaba que era un mundo donde no había dolor alguno, ninguna niña sufría discriminación, ni maltrato, los padres y los hermanos no se morían nunca y los juguetes eran gratis. Me gustaba inventar un lugar donde los animales hablaban, la noche no terminaba, las nubes nocturnas eran color azul profundo y las estrellas notas musicales.
Fue abajo de mi cama donde nació un planeta nuevo al que llamé Calcetín, “Planeta Calcetín”, lo compartí con mi mejor amiga del colegio, era el año 1976 cuando la vida tuvo a bien reunirnos en cuarto grado, para entonces Mayelita tenía 10 años, la misma edad de su amiga.
En cada recreo jugábamos a viajar a nuestro planeta calcetín, pero nuestras compañeras muy cruelmente se burlaban de nosotras, entonces decidimos seguirlo llamando calcetín, pero en ingles, “Sock” y ese fue nuestro planeta por muchos años.
Con el toque del timbre corríamos a meternos bajo las gradas que llevaban a la segunda y tercera planta del colegio y fue en ese mágico lugar donde cobró vida el planeta Sock.
Ahora pienso que era un refugio que ambas teníamos, tanto mi amiga como yo teníamos en casa la ausencia de un padre, dolor que al llegar a Sock se olvidaba.
Ahora pienso que era un refugio que ambas teníamos, tanto mi amiga como yo teníamos en casa la ausencia de un padre, dolor que al llegar a Sock se olvidaba.
En nuestro planeta las niñas usaban jeans, tenis y camiseta, jugaban basquetbol, eran exploradoras, corrían jugando ladrón librado, pateaban la pelota jugando al futbol y montaban bicicleta, quemaban pólvora, silbaban y escupían, podían correr hasta caer y rasparse las rodillas.
Y si alguien las ofendía, podían enseñar su dedo mayor de cualquiera de las dos manos, con esa celebre señal que todos conocemos, además si era grave la ofensa, podían enseñar ambos dedos, como dicen por ahí: En estéreo!
No existían las muñecas, ni los vestidos de panalito, mucho menos las combinaciones o fustanes, las niñas no jugaban de hacer comidita, ni los niños a la guerra, no habían horarios, ni relojes que marcaran las horas, el rosado no era el color de las niñas, ni el celeste el color de los niños, los colores pintaban nuestras vidas y las llenaban de alegría, la vida era cómoda y sin complicaciones, las niñas no tenían que fingir ser tiernas, finas y maternales, solo tenían que ser ellas, simplemente ellas mismas. El colegio era para intercambiar libros de fantasía y para recoger periódicamente una dotación de lápiz, papel y caramelos.
En Sock solo había invierno y primavera, el espíritu dadivoso de la navidad duraba todo el año, y celebrábamos cumple mes en vez de cumpleaños, cada sábado realizábamos un ritual, nos dirigíamos al jardín de las rosas azules, cada estrella del cielo que cubría a Sock tomaba prestada una rosa para danzar, la flor se llenaba de luz y volaban sobre nosotras, si no me equivoco en el planeta tierra los humanos a estas rosas que danzan con estrellas, les llaman luciérnagas. Cada sábado nos tumbabamos sobre el césped, a contar rosas azules volando, entrada la madrugada nos visitaba la luna, quien llegaba cabalgando en un unicornio blanco, elegante y majestuoso, la nombramos la Diosa de Sock, la luna nos llenaba de luz el alma, nos hacía bailar con libertad, éramos libres en su presencia.
Una deidad femenina, amante de los misterios y las fantasías.
Mi amiga y yo habitamos juntas nuestro planeta por cuatro años, mientras corrían los años 76, 77, 78 y 79 del siglo pasado. La guerra nos separó, yo volé kilómetros de distancia a otro país, pero cada una teníamos la certeza de encontrarnos en Sock, y así lo hicimos por muchos años a través de la imaginación y de el amor de nuestros corazones, con la ayuda de papel, lápiz y el correo, así hasta que nos volvimos a ver convertidas en jóvenes universitarias y antes de que nos volviera a separa la guerra tuvimos oportunidad de tumbarnos al césped a ver volar las rosas azules de nuestro jardín, esperamos a la luna y a su valiente unicornio blanco, esa misma noche ella y yo nos despedimos, ella fue a buscar su camino al otro lado del mundo y lo encontró.
La vida nos llamó a caminar rutas diferentes, pero teníamos ese punto de encuentro, y entre cartas y llamadas seguimos visitando nuestro planeta, ya como adultas que buscaban el alma de la niña juguetona que siempre vivió en ellas.
Cuando mis hijos me veían con la mirada puesta en el cielo, les dije más de alguna vez:
_ Ven aquella estrella?
Señalando a Rigel en la constelación de Orión
_ Pues ese es el planeta calcetín o Sock.
El nuevo siglo y milenio nos sorprendió, pasábamos noches enteras en este mundo cibernético, que nos permitía reunirnos para descansar en nuestro planeta secreto.
Pero un día ella se tuvo que marchar por completo a Sock, ahora es libre, volviste a ser la niña que un día yo encontré en las filas de mi colegio, ahora puedo imaginarla sobre el césped, contando rosas azules, dejando que la luna le embriague el alma con su luz, llena de colores, se que estas ahí… en Sock…
Esperándome!
Seguí viendo debajo de mi cama, feliz de haber encontrado un poquito de aquellos años de fantasía e imaginación, esa noche dormí en el suelo, necesitaba sentir mis raíces, atarme a este mundo en el que aun me falta camino por recorrer.
Cuando mis ojos se empezaban a cerrar sentía a Mayelita subiendo mis parpados con sus manos chiquitas, diciéndome:
_ Busquemos más aventuras, pon tu oído en el piso y escucharas un mundo subterráneo que aun no conocemos, abre tu imaginación, vamos a buscar más fantasías.
Lo último que pude decirle fue:
_ Duerme chiquilla, que nos van a regañar.
Mayelita se abrazo a mí y esa noche junto a mi amiga esperamos a la luna, en Sock.
Preciosa entrada. De pequeña, también compartía el mismo "planeta calcetín", pero sola con mis libros. Beso.
ResponderEliminarSi emejota, abajo de la cama hay todo un un mundo, a mi también me gustaba leer ahí.
ResponderEliminarGracias por tu visita, un fuerte abrazo.
Qué bonito recuerdo, Maye!
ResponderEliminarYo, la verdad, es que debajo de mi cama era un sitio que más bien me daba miedo.
Y es que yo no tenía ninguna amiga Mayelita que me hiciera ver lo genial que era el mundo allí abajo.
:)
Besos, guapa!!
Maye, yo me acuerdo de vos abajo de las gradas en recreo, siempre pasabas ahi los recreos y tambien almorzabas cuando te quedabas a entreno de bkb.
ResponderEliminarMe gusta leerte, siempre me impresionas con tu creatividad, y lo que más me impresiona es saber que mucho de todo esto no es fantasía, porque asi lo vivias, te acordas que una vez me dijiste que en el patio de tu casa habia un pantano? yo llegue aflijida a contarle a mi mamá, le costo muchos días convenserme de que no era cierto, es que uno de cipota es tonta, jajajajaja! te quiero mucho amiga y espero hablar pronto con vos.
Rosi.
Hola Mi Lu! sin duda si buscas dentro de ti a Lulita! encontraras magia en sus historias!
ResponderEliminarGracias por venir a tomar café en mi compañía.
Un beso preciosa!
Jajajajajaja Rosi! si el patio de mi casa era un pantano, lo compartía con mis mejores amigos, Carlos y Fabio, era genial irnos de zafarí, a veces me pregunto cómo podíamos inventar tanto en un espacio tan pequeño, fueron días mágicos e inolvidables, jajajajaja! aahh mi pantano, voy a escribir sobre eso un día de estos.
ResponderEliminarUn beso amiga, te llamare el finde.
tQ!
Qué maravillosa imaginación...cuánta creatividad puesta al servicio de una infancia feliz...Me asombras Maye y me haces descubrir cada día cosas nuevas de ti.
ResponderEliminarA veces, cuando contemplo tu rostro sonriente, me quedo pensando en todo ese mundo interior que guardas y que mi alma aventurera querría recorrer, comenzando por delinear los límites de tu cuerpo,
Es en esos momentos de silencio cuando por instantes siento que me enamoro de la gran mujer que habita bajo tu piel...
K