Que difícil se me ha hecho escribirle un post en su memoria a mi amiga Sofía Navarrete, llegan a mi mente y a mi alma un afluente de ideas, experiencias, momentos bellos y momentos tristes, que no se por donde empezar.
No encuentro palabras para alcanzar la gratitud que mi corazón siente hacia una mujer que formó las estructuras de mis valores, de mis principios, que armonizó mis miedos y mi valentía con una sola frase: “No te detengas.”
Era el año de 1983, yo regresaba de Costa Rica había vivido tres años en ese país, volvía al colegio Eucarístico de San Salvador, el cual había sido anteriormente mi colegio por cinco años, y lo seria hasta el día en que me gradué y puedo asegurarles que 25 años después de mi graduación, sigue siendo mi casa.
Ese mismo año regresaba de México una monjita salvadoreña a la que puedo describir como estricta, metódica, puntual, sincera, directa, honesta, y seria.
Yo acostumbrada, o mejor dicho, mal acostumbrada a que las monjas me consintieran, cuando tuve mi primer encontronazo con ella, sentí que se me derrumbo el mundo.
Pasamos un año solo viéndonos, ella esperando el momento para darme el castigo a mis fechorías y yo buscando el instante para escapar de ella.
En el año 84 ya no pude jugar Basketball por que el colegio solo tenia juvenil A y yo ya tenia edad para jugar en primera categoría, por lo tanto ya no me quedaba a los entrenos, y como no quería regresar a mi casa tan temprano, buscaba la manera de quedarme en el colegio.
En el pasillo de la capilla había un letrero que decía:
¿Quieres impartir clases de catecismo en las tardes?
Ven a una reunión a las 3:00 pm en el salón de música.
Era el motivo perfecto para que yo me pudiera quedar en el colegio.
Llegue al salón de música y qué creen? la que me daba la bienvenida era la madre Sofía, cuando la vi, quise dar la vuelta, correr, huir… y ella me dijo: “ven Mayela no te vayas.”
Desde el día en el que pronuncio esas palabras, ella y yo tuvimos un nexo que nunca terminaría, pase a su lado cada recreo, de mis años de colegio, cada vacación, no se cuantos libros me dio a leer y cuantos leímos juntas, me contó su historia con lujo de detalles, reímos y lloramos juntas, celebrábamos cada grupo de niños catequizados con una ida a la playa, ella siempre supo cual era mi postura con la iglesia y no le importo que lo compartiera con los niños, supo respetar mi forma de tener fe, sin que yo lo supiera me decía guerrillera, pero también supo compartir respetuosamente esa manera tan especial en la que ella creía.
Montamos obras de teatro, uno de mis mejores amigos hizo el papel de Herodes, nunca olvidaría a Carlitos Porras, tenia las fotos de él en su arsenal de recuerdos.
Recuerdo haber pasado meses intentando enseñarle a mandar mensajitos desde su celular, nos divertimos mucho, pero ya sus 85 años le pesaban para aprender esas cosas tan banales, jajajajajaja, pero era fanática del celular, si lo sabré yo….
Estuvo en mi boda, puedo recordar la felicidad con la que llegó a la iglesia, puedo recordar el amor con que nos daba su bendición.
Estuvo con el nacimiento de mis hijos, es la madrina de mi hijo mayor, se sentía tan orgullosa de ellos, era como darle la oportunidad de ser madre y abuela, una oportunidad que se les niega por voluntad propia, y que por esas paradojas de la vida terminan siendo madres de cientos de jóvenes.
Una de las facetas mas bellas de mi amiga, fue la de pintora, la sala de mi casa esta llena de sus cuadros, de su espíritu, pintaba poniendo el alma en su trabajo, y puedo asegurarles que mientras pintó mis cuadros fuimos felices ambas, yo pidiendo y ella complaciéndome, nunca fui tan consentida por una monja, como por la monjita estricta, enojada, seria. Ella me dio la oportunidad de conocer a la mujer valiente, a la mujer sincera y honesta, a la mujer dulce y sencilla, a la mujer sin habito de religiosa, a mi amiga que ahora despido con un afluente de recuerdos que llenan mi corazón de alegrías, de lagrimas, sonrisas, de gratitud y amor.
Ahora pintaras amaneceres querida mía
en el lienzo de la creación.
Te iluminaran las estrellas que pusiste
sobre mis pinturas.
Y te refrescaran estas lágrimas
que derramo para ti.
Pinta! sigue pintando mi mundo de color azul,
y déjame descubrirte en cada amanecer,
en cada atardecer, en cada luna llena,
en el suspiro que te extraña,
en la belleza de tu sonrisa, suspendida en
el reloj de mi niñez.
Barista.
Barista.
Sé que estas feliz viendo al maestro cara a cara...
Buen viaje Madre Sofi!
Hasta el día en que nos volvamos a ver!