septiembre 15, 2023

Kilómetro 57


 

KM 57

Y así van llegando los años de manera galopante, sin freno y sin destino, de forma sencilla y con la dulce invitación de seguir viviendo en paz y con calma.

El año que hoy termino ha sido un año de aprendizajes dolorosos, donde aparecieron como hienas hambrientas, la deslealtad, la traición, la frialdad, las mentiras, la indiferencia y el deseo de verme arrodillada, atrapada en la tristeza, el pesar y la decepción, quisieron contaminarme de sus propias frustraciones, fracasos, inseguridades y complejos. ¡Se jodieron! Yo solo doblo las rodillas para contemplar las maravillas del creador, para platicar con mi madre en la orilla de su cama, y para agradecer la vida al universo, a Dios.

Agradezco la vida que he tenido y tengo, he aprendido que las tormentas aun cuando me dejan con frío en el alma y empapada hasta los huesos, me lavan el dolor y las tristezas. Después de cada lluvia, voy destilando agua, caminando con la frente en alto, respirando hondo, pisando fuerte, conquistando la calma, dueña de mis propios actos, y de sus consecuencias. 

He aprendió a buscar a mis maestros de vida, y los encontré en la naturaleza misma, en el bosque, en cerros y montañas, en la caricia de mis perros, en la compañía de mis gatos, cuando me abrazo a un árbol, en las olas del mar y mis amados cielos estrellados. Ellos me guían, me sanan el alma, me llenan de luz, me dan la fuerza que necesito para avanzar.

Pero no todo ha sido tormenta, mi km 56 me abrió puertas a la esperanza, me mostró el camino, llenó mi ruta de azules flores, me dio la compañía de colibríes y mariposas, puso música suave para transitar la vida, de esa que a mí me llena el alma, me regaló la compañía de mujeres extraordinarias que desde hace más de 40 primaveras han decidido acompañarme, mis amigas, mis hermanas. Un año, lleno de proyectos, ilusiones y comienzos, días que me invitaron nuevamente a surcar mis propios océanos, conocer sus profundidades para calmar las tormentas, las tempestades, para enseñarme a soltar, y recordar que la felicidad me la procuro yo sola, como lo he hecho siempre.

Me gusta mucho pensar en el instante en el que una entrega la juventud a la cajita del tiempo, un préstamo dulce, fresco pero ocasional, y a cambio, esta nos invita a aceptar los años con madurez, con dignidad, con respeto y felicidad, en esta entrega he guardado la fragancia sutil que deja la belleza de la juventud, fragancia que nunca se entrega.

Deseo que mi kilómetro 57 este lleno de aventuras nuevas, de sueños por realizar, deseo tener cada mañana una taza de café calentito, leer los poemas que el principito le escribe a su rosa solitaria, ver series con mi madre, deseo noches estrelladas y que mi estrella titilante me acaricie el alma, caminar del brazo con Martita y Celina mis amadas hermanas, seguir brindando por los éxitos de mis tres hijos, por su belleza y sus corazones limpios y nobles, mis amados, mis ángeles que han salvado mi vida, me encanta recibir cada mañana los mensajitos de Gracia María, deseo escaparme a la playa con mi Clau, la Lore y la Yani mis eternas amigas del colegio, pedirle a la Vari que me lea los astros, disfrutar de la amorosa comida de mi mamalela, de los abrazos y del amor de mi Mayelita, componer el mundo con mi doctora, hablar de retos y montañas con Karina,  irnos de cine y café con la señorita Leyton, planificar salidas con la Patita, Claudia y mi Canchito, llorar y reír con mis amigas, mis guerreras que siempre son una red que me sostiene con amor desde hace 10 años. Deseo que mis musas vengan cada día para convertirnos en poesía, me abrazaré de mi escritura y mis libros, dejaré que ellos sea mi nocturna compañía, con cada colibrí saludaré a mimiga del cielo, me escaparé en mis lienzos en blanco y danzaré con mis pinceles de la mano de Van Gogh, inmortalizando con oleos mis recuerdos de amor. 

Deseo para mí: salud, trabajo, caminos abiertos, cielos despejados, gente honesta, leal y sincera a mi lado, deseo que el vino siempre me sepa a vino y nunca me vuelva a saber amargo. Deseo que usted que lee en este momento mis letras sea feliz y me regale una sonrisa.

Gracias a la vida por estos 365 días que se han ido, hoy suelto el pasado y le doy la bienvenida a mi presente.

Bienvenido seas KM57


 


septiembre 15, 2022

KILÓMETRO 56





Los últimos seis meses de mi kilómetro 55 ha sido una prueba tras otra para que me aferre a la vida y encuentre en ella un sentido mucho más profundo del que me han dejado los años anteriores.

En estos meses mi existencia se ha empecinado en mostrarme la muerte como parte de la vida, no termino de pararme de una caída cuando una ola más grande viene sobre mí, y aún tirada a la orilla del mar he podido visualizar con esperanzas el horizonte.

Así he ido avanzando en este kilómetro de vida, nunca he dejado de aprender en cada caída, en cada dolor, con cada lagrima, con cada despedida.

Agradezco que no he perdido ese deseo de entregarme de manera amorosa y cálida a cada uno de mis días. Nacer y morir sin dejar de existir. No prestarle ni un segundo la mirada a la derrota.

He llegado a la edad del viento que corre libre, la edad que no mide solo existe para honrar la vida.

Hoy inicio un ciclo nuevo, me siento agradecida por el amor de quienes me cuidan, me acompañan, y me muestran el camino.

Le doy la bienvenida a mi kilometro 56, estoy segura de que vendrán olas que lavaran mis pies con calidez y me invitaran a transitar este kilometro llena de amor, ilusiones y esperanzas. Sé que vendrá un oleaje manso, que me arrullará en aguas de tranquilidad.

Deseo para mí, toda la calma que mi alma necesita, luz en mis noches más oscuras, amor propio que me mueve para avanzar, y salud en mi cuerpo para que me permita siempre escoger bailar cuando el dolor apriete.

Amo la vida y hoy más que nunca respeto la muerte.

 

¡Feliz cumpleaños para mí!

 



septiembre 15, 2021

KM 55

 



Para llegar a mi km 55 tuve que despegar mis pies del suelo,

abrir puertas y ventanas clausuradas, sentarme a platicar con mis ancestros y perdonarle a la vida los errores.

Construí mi universo, dejando atrás un doloroso pasado, maticé mis días de azul, y convertí las tristezas en versos.

Me regalé un jardín de etéreos girasoles, en las tardes me siento bajo un árbol de sombra ancha para observar mis trayectos transitados. Me encanta lo que veo. Soy feliz.

Hoy veo con amor las cicatrices, las lágrimas saladas, las noches interminables, los días desolados y las equivocaciones; todo lo guardo en el cielo que me bendice a diario, en el sol, la luna y las estrellas que marcan mis veredas, en mis huellas y los rincones donde guarezco mis tormentas.

Km 55, carretera libre, alas abiertas, los sueños en la bolsa, las botas puestas y los vaqueros abotonados, destino y punto de fuga, ahí te voy, y en cada despertar a conquistar la vida.

 

¡Bienvenido seas KM55!





septiembre 29, 2020

CARTA

 

Vientos del norte,

Sonidos del mar,

Traen noticias,

Traen sus letras,

Su amor... su verdad.

Los días de otoño

me acarician la infancia,

los recuerdos y su nombre

revoloteando en mi cuerpo

cual eterna y personal

primavera.

Hoy se me escapa el amor

en una lágrima azul

entre las notas de un 

Nocturnes, OP.37 No. 1

de Frédéric Chopin.

Esta noche bailaré

en mi habitación

como su rosa solitaria.


©2020.Mayela Bou


septiembre 15, 2020

KILÓMETRO 54


 


!Kilómetro 54!

 

El año de la cuarentena, del aislamiento, un año sin abrazos, sin cercanía, de incertidumbres, miedos y de muchas reflexiones, el año en el que la tierra nos pidió a gritos calmar el ritmo, sacar la mirada de los celulares y ver al horizonte, el año del covid 19, un año de grandes aprendizajes en mi vida, ratitos con los sentidos en crisis, el cuerpo lleno de dolor y lágrimas, distancias punzantes, preguntas sin repuestas y caminos cerrados a pecina y piedras. Pero aprendizaje.

Así llega mi  kilómetro 54, y no deja de sorprenderme como la vida te toma de la mano y te lleva adonde nunca imaginaste, adonde te encuentras con la metamorfosis cara a cara, te pone contra la pared y te obliga a cambios que no hacen más que hacerte crecer como persona, enseñarte a vivir en plenitud. Morir de muchas maneras y volver a comenzar de una forma más real, más auténtica, más ligera. ¡Vivir!

Las experiencias y el tiempo también te llevan de la mano, cual maestra indica el camino correcto, te enseña a escoger los fuegos que no te quemaran, pero también te enseña a quemarte para volver a renacer. Siempre se puede volver a empezar, siempre podemos cultivarnos en todo aquello que nos parecía inalcanzable, tocar el cielo en la sencillez de una semilla a punto de plantar, pintarlo en una pincelada de amor sobre el lienzo de la vida, saborearlo en un panecillo caliente recién salido del horno, descubrir que tú eres el cielo, nunca negarte tu brillo y enfrentarte a tus miedos, abrazar los finales y darle la bienvenida a los comienzos, volar en tu mismo cielo, porque no necesitas más.

 

 

¿Campos de batalla? Siempre habrá, pero ahora puedo sembrar flores y vegetales en ellos.

¿Demonios?  Vendrán a bailar, y yo les aplaudiré sus danzas, pero no bailare con ellos.

¿Puertas abiertas o cerradas? Seguirán siendo muchas, quizás pinte en ellas algún paisaje fresco, con mis azules amados.

¿Caminos o laberintos? Los que vengan por transitar, a veces sola y otras acompañada, recogiendo florecillas o piedras, las primeras adornaran mi cabeza y las segundas dejaran un rastro para no olvidar que hay tramos por los que nunca se debe volver a pasar.

¿Distancia? Solo si el corazón lo permite.

¿Dolor? El que sea necesario, ese que me formó, que me parió una y mil veces y que hoy he aprendido hacer alquimia con él en la orilla de mi cama.

¿Heridas? Las que han dejado todos aquellos que me ocuparon de depósito de sus amarguras, de sus errores, sus fracasos y frustraciones, pero que cerré con amor propio y nunca podrán volver a causarme daño. Ya están lejos de mi vida.

¿Oráculos? Mis atardeceres, la lluvia, mis sueños y las estrellas.

¿Cicatrices? Mi historia y lo que falta por escribir.

¿Huellas? Las que veo cuando miro hacia atrás y las que vienen a mi encuentro.

¿Dulzura? La de mis hijos cuando me abrazan, cuando sonríen, cuando me dicen, te amo.

¿Magia? El tiempo con mis verdaderos amigos.

¿Amor? La familia que cuido y protegeré sobre todas las cosas.

¿Milagros? Cada mañana cuando abra mis ojos.

¿Vida? La que hoy celebro junto a ustedes que leen estas letras de gratitud.

¡Feliz cumpleaños para mí!


Desde las maravillosas y mágicas tierras de California

¡Bienvenido sea mi kilómetro 54!

 

 



 

 



febrero 14, 2020

14 de febrero


Ya no concibo el amor
con flores y corazones,
ni regalos el 14 de febrero,
ahora es un dulce abrazo
mientras cocino los pancakes
del desayuno,
reírnos de los días en los que
los céntimos se nos escondían,
recordar las noches vigilando
las enfermedades de los hijos,
ver lejanos los días
de palabras amargas,
odios sin destino,
 ahora saberte mi amigo.
Ya no entiendo el amor
como un rito establecido,
ahora solo sé que estamos aquí,
que en mis noches colmas mi copa de vino
mientras platicamos sobre los
devenires del día vivido.

©2020. Mayela Bou.