septiembre 15, 2013

Kilómetro 47



La vida se nos presenta con diferentes matices, a veces deslumbrantes  y otras veces insignificantes, y no por ello deja de ser el mejor de los regalos.
Tomar la vida cada día es una responsabilidad que vamos asumiendo con valentía, con conciencia y con honor; con el pasar de los años vamos descubriendo la magia que trae el acto de vivirla.
Cuando descubrimos que la sencillez de las cosas es lo que verdaderamente le da color a nuestros días, entonces somos capaces de ver la vida en su verdadera dimensión.

Kilometro 47, un año más que celebro  mi existencia, días en los que la vida se ha pintado para mí con sus mejores colores, brillo de arco iris,  sin omitir algunas épocas, noches oscuras,  que por ser deslucidas se borraron por completo, dando paso a la luz, al brillo de la existencia.
Cumplir 47 años me hace pensar en todas esas cosas que deseo en la vida, y que al final parecieran casi nada, pero para mí lo son todo.

Deseo poder ver cada mañana el resplandor de la vida  en los ojos de mis hijos mientras ellos estén a mi lado, la ternura de sus palabras nocturnas deseándome un feliz descanso. Deseo que cuando se hayan ido de casa éste sea el recuerdo más dulce y tierno que me acompañe.
Deseo quedarme sin aire a causa de la risa que provocan los amigos reunidos en amenas tertulias alrededor de una fogata,  recordando el pasado, inventando el futuro, repartiendo el gabinete  presidencial.
Deseo a mi gato Luna cada madrugada calentando mis pies, el ronroneo de su corazón, los ronquidos de mi perrita mientras me acompaña en las noches interminables de lectura, el sonido de los grillos y el silencio hermoso de cada amanecer.
Deseo la compañía calentita e incondicional de mis hermanos, los besos que mi madre guarda sobre mi frente,  el instante en el que mi mano es acuñada dentro su mano, deseo abrazos sinceros y tiernos, esos que los hermanos mayores le dan a su hermanita menor.
Deseo música en el alma, la guitarra de Rodrigo vibrando en las madrugadas,  un pedazo de cielo en donde escribir mis versos, musas que me quiten el sueño,  perderme con las canciones de Serrat y Sabina como si fuera una trovadora junto a ellos, compartir los libros y un café con Pablo,  llorar cuando lo amerite el tiempo, gritar para vaciar el alma, reír, danzar y cantar sobre la partitura de la vida. Deseo las notas dulces y sencillas de una cajita de música con su balletista dentro de mi corazón, y cada noche un te amo soñoliento de Fátima,  leer los versos de Benedetti, soñar con las letras del capitán, e irme a la cama con las novelas de Isabel Allende.

Deseo más inviernos que veranos, caminar bajo la lluvia,  gotitas de luz aferradas a los hilos de mi pino, noches estrelladas, lunas rojas y azules, amaneceres en la playa junto a mis amigas, el verde de los arboles que rodean mi casa, las flores del jardín acompañando mis tardes solitarias. Y los pintorescos atardeceres que se guardan en la montaña. 
Deseo el gris melancólico del cielo, el azul profundo de las tardes de diciembre y el naranja de los atardeceres de verano. 

Deseo chocolate caliente para ver películas con mis hijos, las interminables sobremesas con los sobrinos, historias de familia, cuentos y leyendas que forjan nuestras memorias, deseo navidades con amigos y familia.
Deseo que mis noches taciturnas sean cortas, silenciosas, como también deseo noches apasionadas, largas e interminables. Deseo caminar sobre la piel del mundo, viajar con la imaginación, abrazarme a la ilusión y enamorarme las veces que sea necesario hasta encontrar el amor.
Deseo el recuentro con aquellos seres amados que hoy viven lejos, venerar a mis familiares muertos y honrar a los vivos, brindar por los amigos que murieron, y alzar la copa con los que aún estamos en el ruedo. 

Deseo ver los cafetales y cañaverales en flor,  amar esta tierra que me vio nacer, conquistar el mar y cruzar los cielos, ver cada mañana el volcán de San Salvador vestirse de azul, enamorarme de mi ciudad. Comer chorys y pupusas con los amigos e inventarnos un nuevo himno nacional.

Deseo seguir conquistando mi libertad, sostener mis convicciones, y ser leal a mis principios,  amarme y aceptarme como lo que soy, compartirme con los demás, servir con alegría a quienes me necesiten y buscar ayuda con humildad cuando las fuerzas y el dolor me roben la serenidad. Deseo que mi trabajo siempre recompense mis esfuersos de manera generosa y que nunca me falte trabajo mientras tenga fuerzas para laborar.

Deseo tardes y noches de café, de té, de cervezas y vino, de amigos y compañeros de camino, deseo escaparme de mi trabajo para reunirme con las amigas, mujeres que adornan la vereda del camino, compañeras, cómplices, camaradas, mis hermanas. 
Deseo abrigarme en los brazos de mi amante, cantar esa canción de amor que guardamos en el alma, robarle minutos al tiempo, espacio a la distancia, caminar de su mano la orilla del mar, y decirle cada día cuanto le amo.

Deseo más que un pan o una sopa caliente sobre mi mesa, la tranquilidad de ganar mis alimentos con el fruto del trabajo, deseo tantas cosas materiales como las necesite, nada que me aparte de mi esencia, que comprometa mi verdad.
Deseo que el tiempo que me faltan por vivir, me sorprenda cada día y me enamore de la vida con la misma pasión que lo he hecho estos 47 años.

Todo cuanto deseo pareciera casi nada, pero para mí lo es todo.


Bienvenido sea mi kilómetro 47!