marzo 26, 2011

Noches de invierno, luz de chimenea, calor de hogar…




Hoy amanecimos con el color de la lluvia, un gris nostálgico teñido de infancia, una brisa cálida que trae el olor de los patios lejanos del campo, aquellos que se visten con el impresionante color de las frutas: mangos maduros, plátano sazón, limones que brillan, y jocotes rojos como llamando al amor.
 Días hermosos de invierno, la lumbre nos llama a sentarnos cerca del fogón, para contar historias de días pasados, horas que volaron y jamás  volverán.

En la cocina unas manos amorosas preparan con dulzura tarritos con bebidas calientitas, dulces de frutas vertidos en guacalitos de morro,  y un suave pan de maíz, son las manos amorosas de la abuela, que pronto se sentara junto a la lumbre  a contarnos historias que ha tenido guardadas junto a sus mantillas de encaje que llevaba a misa en las tardes de domingo, en el pueblo aquel adonde soñó tantas veces bajo la lluvia, con el amor.
Una mecedora, cual trono de una reina, balancea las historias de la abuela, le brillan sus ojitos cuando habla del abuelo, del hombre que le enseñó a vivir y a quien ella enseñó a amar.

_Éramos jóvenes los dos_ dice con una voz dulce y tersa, _ han pasado muchos inviernos desde el encuentro aquel, yo caminaba por las calles del pueblo, recién había terminado de llover, un brillo mágico deslumbraba sobre la grama y algunos caballos bebían el rocío con la delicadeza más profunda de su ser. Levanté la vista y el horizonte me lo entregó, él vestía de blanco, sombrero de paja, sus pies descalzos y el rostro lleno de amor.
Cuanto le he amado desde la tarde de lluvia aquella, mis manos tocaron su rostro blanco, casi rosado por los rayitos de sol, sus manos acariciaron el canela de mi piel, no hubo palabra alguna, solo promesas de amor, miradas entrelazadas, ambos sabíamos que iniciábamos una historia que no tendría fin._

La lumbre escucha a la abuela, haciendo crujir la leña y soltando estrellitas de fuego, todos suspiramos deseando tener un amor real, pidiendo al invierno que nos traiga en el canto de las aves la dicha de tener a quien amar.
La noche empieza a llegar, las estrellas asoman tímidas junto a la luna fresca de agosto, noches de temporal.
Entre suaves gotas de lluvia la abuela se queda dormida, buscando en sus sueños al amor de su vida, le acaricia el sonido de unas cuerdas dulces de guitarra, tocada con amor por las suaves manos de un nieto que les ama con respeto y devoción.

Noches de invierno, luz de chimenea, calor de hogar…

Invierno… cuántas cosas bellas me traes, alegras mi pluma para escribir los recuerdos que me hacen volver a vivir….
Versos sembrados en el jardín de la prosa de una poetisa, mujer que se enamora de sus frescos días invernales, mientras mira caminar a las hormigas guardándose de la lluvia para que no las vaya a mojar, días de mujer solitaria, días en que el  torogoz despide a las alondras color pardo, que se marchan buscando el sol.

marzo 21, 2011

A KATYA MIRANDA, DESCANSA EN PAZ ANGEL DE AMOR

Porque no solo es asesino el que abuso de ella y la mato.
Asesinos los que con su silencio encubrieron tal atrocidad,
los que entorpecieron las investigaciones a propósito
y todos aquellos que han permitido por obra u omisión
que la muerte de Katya Miranda siga en la impunidad. 
Los asesinos de Katya siguen entre nosotros
y los mismos de siempre los protegen…”





 “Si no hay camino que nos lleve,
Nuestras manos lo abrirán,
y habrá lugar para los niños,
para la vida y la verdad;
y el lugar será de todos,
en justicia y libertad.
Si alguien se anima, avise:
seremos dos para comenzar”.

Oscar Campana 



Acabo de leer sobre la condena en el caso de Katya Miranda, Carlos Miranda abuelo de la menor y principal acusado de secuestro en contra de ella, fue condenado a purgar 13 años de prisión. Además deberá pagar $ 100, 000 dólares a Hilda Jiménez, madre de la víctima, por decisión del tribunal de sentencia de Zacatecoluca.

Katya Miranda fue brutalmente violada y asesinada la madrugada del 4 de abril de 1999, mientras se encontraba de vacaciones en un rancho de playa propiedad de su familia paterna, la violación fue cometida por su abuelo, y cinco empleados del primero, siendo procesados los 6 individuos por  violación, homicidio y abandono, pero también fueron exonerados  en el año 2000 por la jueza de ese mismo tribunal en aquel entonces, y renunciando al caso con los bolsillos llenos de dinero y la conciencia teñida con la sangre de una niña inocente, víctima de la depravación de sus mismos familiares, y de la indiferencia de la fiscalía general de la república y la negligencia del fiscal del caso.

Katya era hija de Edwin Miranda, un oficial del ejército salvadoreño, responsable de la seguridad del entonces presidente de la república Armando Calderón Sol. Ante la inoperancia de un hombre que cuida a un presidente y no a su propia hija, se le acusa por el delito de abandono y desamparo a la niña, Miranda fue sobreseído definitivamente el 10 de octubre del 2000, quedando libre de toda responsabilidad.

Por 12 años hemos clamado justicia quienes seguimos este caso de cerca, quienes no hemos echado en el olvido a Katya y a los cientos de niños y niñas que son violados y asesinados en nuestro país.
Es doloroso saber que la sentencia es nada más por secuestro, cuando todos sabemos el lujo de barbarie con que la niña fue asesinada.  13 años de cárcel y ellos, los asesinos volverá a ser libres, si no es que antes, por buen comportamiento (sin tenerlo) como suele pasar en las cárceles de este país.

$ 100, 000 dólares para Hilda Jiménez, qué representa cada uno de esos dólares en el corazón de Hilada y Marcela la hermanita menor de Katya? acaso el dinero nos calienta el alma como solo lo saben hacer los niños? Katya estaría a punto de ser una profesional, seguramente estudiaría en una buena universidad, sería una alumna destacada como lo fue en sus primeros y únicos años de colegio, sería una joven preciosa llena de vida, de juventud, con ganas de bailar, de cantar, de sonreír… pero a cambio su madre tiene una cuenta bancaria de fríos billetes verdes que recuerdan con dolor la pérdida de su niña.

13 años de cárcel para los asesinos, una vida entera de dolor para Hilda y Marcela quienes tienen ya 12 años luchando por la justicia que apenas llega asomando con un pequeño rayito de luz, cómo se recuperara Hilda, cómo lo hará Marcela que fue la última en estar junto a su hermana la noche del asesinato y que día a día se pregunta si pudo ser ella la víctima. Ningún dinero devolverá la infancia que Marcela perdió llorando a su hermanita, cómo podrá Hilda tener en sus manos ese dinero que ni siquiera le permite venir a enflorar la tumba de su hija porque tiene que huir de las amenazas de los mismos asesinos.
Como siempre el dinero queriendo sustituir lo que no tiene precio, lo que no se compra, como siempre la injusticia burlándose de los justos, como siempre los niños siendo víctimas de la perversidad y de la avaricia de muchos.

Este país le debe a katya Miranda un juicio justo y verdadero y muchos de nosotros le debemos a Marcela y a Hilda la honestidad de nuestros corazones y solo podremos demostrárselo apoyándolas en todo momento, y denunciando todo tipo de irregularidad que pase ante nuestra vista.
Muchos profesionales se vieron frustrados, abogados, psicólogos, estudiantes, trabajadores sociales, médicos, periodistas, entre la corrupción y el silencio en que se envolvió este caso, pero el primer rayo de luz ha llegado, y nos devuelve la fe a quienes la perdimos por completo, a quienes la enterramos junto a Katya Miranda.

Las palabras de Hilda Jiménez después de 12 años de lucha y tras el fallo, fueron las siguientes:


"GRACIAS A DIOS SE HIZO JUSTICIA"

"Valió la pena la espera, y ahora con orgullo le puedo decir a mi hija: misión cumplida. Vete en paz mi amor, te libero, sé que estás feliz mi niña en el cielo con mis padres".

Este es un logro de Katya, Hilda, Marcela, de la familia Jiménez, de todos los que participamos siempre denunciando, de su abogado, del instituto de derechos humanos de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (IDHUCA), de los salvadoreños que aun tienen conciencia, de la valentía de los que nunca se dieron por vencidos. Y desde ahora será la fuerza que mueva a todos esos padres y familiares que buscan la justicia para sus víctimas.



DESCANSA EN PAZ ANGEL DE AMOR
Ya se ha hecho justicia pequeña niña,
Ahora dormiremos en paz,
Nuestros corazones danzaran junto al tuyo,
Al son de la libertad.
Ahora puedes marcharte
Nunca más serás una estrella perdida,
Desde ahora te veré en el cielo y sabré
decirle a mis hijos  y a todos los niños:
“Ella es Katya y tiene el brillo de la verdad”.

Descansa en paz ángel de amor
Deja sobre el corazón de tu madre y de Marcela
La suave fragancia de tu ternura y de tu tranquilidad,
Trae paz para sus vidas y para los que un día lloramos
La impotencia de no poderte ayudar.
 Mayela Bou

Un abrazo fuerte para el abogado de Katya, todo mi respeto y mi admiración, gracias por haber venido hace unos años a mi blog, sabes que siempre mi corazón te acompañó.
Un día hemos de reunirnos y brindar por Katya escuchando la música de Norah Jones.
Sera el mejor brindis de mi vida.

marzo 16, 2011

Recuerdos nocturnos






Hace dos meses mi médico internista me prohibió tomar café y me mando a no desvelarme y sobre todo a dormir 8 horas y no 4 como lo hacía desde hace muchos años.
Han sido dos meses difíciles, pues realmente soy una mujer nocturna, la noche trae para mí una magia que durante el día se me esconde o se me niega.
La noche de ayer, como  muchas otras estaba despierta a las dos de la mañana, ya no podía dormir, de pronto sentí un reclamo de parte de la niña juguetona que vive en mi, a la que llamare desde ahora en adelante “Mayelita” para que la conozcan.
Mayelita me reclamaba la falta de esas noches mágicas de las que les hablo, le dije que por orden médica debíamos dormir, me hizo un berrinche, un puchero y se negó hacerlo.
De pronto esa niña traviesa empezó a destapar la cajita de recuerdos que ambas cuidamos, es una cajita color azul, a la que bautizamos con el nombre de “Alma azul”.
Mayelita sacó de la cajita el recuerdo de unas casas antiguas que visitábamos con mi madre, una de ellas era cerca de casa y las visitas se debían a que la señora dueña era una enfermera que ponía inyecciones, recordamos con Mayelita, una cajita metálica en la que guardaban las jeringas de vidrio, mi madre siempre llevó su propia cajita con sus jeringas, siempre ha sido una mujer muy cuidadosa de la salud, y eso de compartir jeringas no era muy sano, a pesar de que las ponían a hervir sobre la cocina de gas en la misma cajita. Sabe Dios como estaban de despuntadas la cantidad de agujas que guardaban en ellas.
De pronto se nos vino a ambas el recuerdo de la casa, era lúgubre, una luz tenue amarilla, los focos Philips de 20 watts colgaban del techo y casi nos pegaban en la cabeza, eran techos altos, como los de las casas antiguas, si no nos equivocamos creemos que era toda de madera debe haber sido construida a principios de 1800, habían unas gradas frente a la puerta principal, al abrir la puerta se veía un corredor oscuro y puertas a ambos lados que llevaban a las habitaciones, yo recuerdo haber sentido mucho miedo al entrar a esa casa, el pasaje adonde quedaba era un poco fantasmagórico, más el pánico a las inyecciones, era todo un cuento de terror.


Luego recordamos también una casa preciosa en el centro de San Salvador, esa quizás había sido construida a principios de 1900, tenia detalles preciosos en madera y lamina troquelada, mi madre en su oficio de costurera llevaba a tallar las costuras a la dueña de esa casa. No recuerdo a la dueña, es decir no recuerdo su cara ni su voz, solo tengo la imagen de una señora vestida de negro, era una viuda.
La casa por fuera tenía balcones, con ventanas de madera, es decir puertecillas y unos trabajos de hierro forjado bellísimos. Cuando abrían los sirvientes la puerta de entrada se podía ver un pequeño corredor antes de llegar a la segunda puerta que era de madera calada por la cual Mayelita por algunos hoyitos podía ver la belleza del jardín central, emocionada e impaciente de que nos abrieran la segunda puerta. Llegado el momento, mi madre se dirigía a una sala adonde tallaba las costuras a esta señora y Mayelita corría por todos esos pasillos de baldosas españolas y finas maderas de cedro y caoba, colgaban de los techo unas lámparas traídas desde Europa, los muebles eran una belleza, había una salita para tomar café o té, y una biblioteca, la habitación de la señora era de un lujo sobrio y delicioso.
No podían faltar los santos que habían viajado en barco desde tierras lejanas para bendecir a esa familia, eran unos óvalos de madera con vidrio como soplado o inflado, a sus laterales unos candelabros finos que tenían una lucecita permanente. Me daban miedo, recuerdo.
Nunca fui a la cocina, debió ser inmensa, en el jardín había una fuentecilla y se podían ver los colores de las flores como si ellas mismas se engalanaran para darle un toque mágico de colores tropicales a la sobriedad de una casa europea.
Cuando mi madre terminaba llegaba la hora de irnos, el tiempo se me había hecho tan corto, llegó a ser mi casa favorita y la que despertó mi pasión por las antigüedades y por las construcciones en madera, sobre todo cuando ésta es tallada a mano por artistas que nunca salen a la luz pública, maestros sin nombre.

Había otra casa que era inmensamente grande, quedaba frente al colegio María auxiliadora.
La entrada de la casa quedaba al final de un pasaje, en el cual de principio a fin habían sembrado jazmines, era un olor impresionante, y aunque me daba miedo caminar por ese pasaje oscuro, las flores y su olor me daban tal sensación de seguridad que se me olvidaba el miedo.
Por lo general íbamos de noche a esa casa, la dueña había sido una señora empresaria que en sus tiempos de juventud había tenido una de las imprentas más grandes del país, era viuda también.
Al lado norte de la casa quedaba la imprenta, primero curioseado la casa, iniciaba por la sala que me fascinaba por sus muebles antiguos, recuerdo un escritorio pequeñito que era solo para escribir cartitas, tenía muchas gavetitas diminutas, volví a ver uno igual en California en el museo de The Huntington Library. El comedor era elegante, con un frutero de cristal sobre la mesa y lleno de frutas de colores con sabor a miel.  La cocina con olores deliciosos, siempre había un olor a dulce, seguro era el postre del día, la cocinera a veces me regalaba algún bocadillo, después de recorrer estas instancias de la casa, me iba a curiosear la imprenta, habían maquinas viejísimas traídas desde Alemania, siempre había un trabajador entre las maquinas, nunca supe si era real o un fantasma, vaya que daba miedo, me daba la impresión de que era Quasimodo, imagino que habrá habido una cantidad de cucarachas y ratas, que si llego a encontrar una sola rata no vuelvo, pero gracias al cielo nunca me salió una.
Mayelita recogía desperdicios de papel para luego hacer libretas, le encantaban los papeles de colores, habían rosados, amarillos, verde claro y celestes, algunos eran tiritas delgadas y otros cuadros grandes, justo para hacer libretitas para el colegio.
Con el tiempo descubrí que la casa tenía una segunda planta y con el miedo a flor de piel tome valor para dar el primer paso en aquellas gradas polvorientas y que hacían más ruido que un bus viejo, paso a paso entre el rechinar de mis zapatos en las gradas y mirar para los lados con cierto nerviosismo, llegue a un mundo mágico de letras, tapas polvosas, historias sin fin, cuentos, aventuras, novelas… La Biblioteca.
Esa noche le conté a mi hermana Celina de mi gran descubrimiento, lo último que recuerdo es que mi hermana se apresuro a pedir permiso de conocer la biblioteca.
Mayelita siente que se le refresca el corazón cada vez que huele el olor de un jazmín, recordando aquellas noches de aventura en la casa-imprenta polvorienta.

A unas 5 cuadras de mi casa, sobre la avenida España, quedaba, una de las mansiones de la familia Guirola acaudalados millonarios que hicieron su fortuna con sangre y sudor de los pobres campesinos.
A esa casa nunca pude entrar, pero ahora con los años, puedo visualizar a Mayelita subida en un murito, tomada de la reja del jardín viendo hacia la sala principal de donde colgaban unas arañas de cristal que daban luz sobre unos cuadros preciosos y un piano de cola.
Recuerdo a la niña juguetona que vive en mí,  soñando ser una princesa,  aaah… Mayelita con apenas 7 añitos creía aun en cuentos de hadas.
El jardín tenía una fuente como la del palacio de la bestia en el cuento de La Bella y la Bestia, unas enormes araucarias adornaban las esquinas, era una casa preciosa; ahora en total abandono, como recordándonos a Mayelita y a mí que los cuentos de príncipes y princesas apadrinados por una hada madrina no son ciertos.

Tengo muchas otras historias de casas fantásticas, como las dos casas victorianas que pasaba viendo todos los días cuando regresaba del colegio, o la casa Sagrera, mas lejos la mansión Istmania, y todas las casas de la familia Dueñas que tienen fama de asustar, de que en ellas habita el demonio.
Pero he convencido a Mayelita de dormir, son casi las 4 de la mañana y el doctor nos va a regañar, ya no me hace pucheros, pero ambas sabemos cuánto extrañamos esas madrugadas en las que sacamos y sacamos aventuras de nuestra Alma Azul.




Buenas noches para todos, y no dejen de escuchar a esos niños y niñas que viven dentro de su ser.



marzo 13, 2011

TE EXTRAÑO











Unas veces me siento 
como pobre colina 
y otras como montaña 
de cumbres repetidas. 

Unas veces me siento 
como un acantilado 
y en otras como un cielo 
azul pero lejano. 

A veces uno es 
manantial entre rocas 
y otras veces un árbol 
con las últimas hojas. 
 

Pero hoy me siento apenas 
como laguna insomne 
con un embarcadero 
ya sin embarcaciones 
una laguna verde 
inmóvil y paciente 
conforme con sus algas 
sus musgos y sus peces, 
sereno en mi confianza 
confiando en que una tarde 
te acerques y te mires, 
te mires al mirarme.

Mario Benedetti

marzo 08, 2011

FELIZ DÍA DE LA MUJER A TODAS LAS MUJERES DE MI VIDA!!

La mujer no ha ganado gratuitamente los lugares que hoy en día ocupa y por los que sigue luchando. 
Aunque parezcan frases hechas, el día internacional de la mujer reivindica y reconoce los derechos de las mujeres trabajadoras, a partir de un hecho trágico que costó la vida de casi un centenar y medio de obreras textiles, un 8 de marzo a principios del siglo pasado. 
Más de un siglo después, el día de la mujer continúa inspirando poemas, que encierran profundos mensajes en defensa de los derechos, del mal llamado sexo débil.


                                                                  

                                                                           Fotografía de Eleonora Charles

 



MUJER FENOMENAL

Las mujeres bonitas se preguntan,
¿Dónde yace mi secreto?

No soy graciosa ni tengo la talla de una modelo

Pero cuando comienzo a decirles,

Ellas piensan que les miento.

Les digo,

Es el alcance de mis brazos,

El ancho de mis caderas,

El avance de mis pasos,

La curva de mis labios.

Soy una mujer

Fenomenalmente.

Una mujer fenomenal,
Esa, soy yo.


Entro a un cuarto

Tan tranquilamente,

Y para un hombre

Los muchachos se ponen de pie o
caen de rodillas.

Luego revoletean mi alrededor,

Un panal de abejas.

Y digo,

Es el fuego de mis ojos,

El destello de mis dientes,

El mecer de mi cintura,

La alegría en mis pies,

Yo soy una mujer

Fenomenalmente.

Mujer fenomenal,

Esa, soy yo.


Los hombres se han preguntado

¿Qué ven en mí?

Tratan de descifrar

Pero no pueden tocar

Mi misterio interior.

Cuando trato de mostrarles

Dicen que aún no pueden ver.

Y digo,

Es en el arco de mi espalda,

El sol de mi sonrisa,

La montura de mis pechos,

La gracia de mi estilo.

Soy una mujer

Fenomenalmente.

Una mujer fenomenal

Esa, soy yo.


Ahora entiendes

Porque no agacho la cabeza.

No grito, ni salto

Ni tengo que hablar alto.

Cuando me ves pasar

Debes sentirte orgulloso

Y digo

Es el sonar de mis talones,

La onda de mi cabello,

La palma de mi mano,

La necesidad de mi cuidado,

Porque soy una mujer

Fenomenalmente.

Una mujer fenomenal

Esa, soy yo.

Poema de:            Maya Angelou